Los videojuegos, la gran inmersión

LOS ORÁCULOS lo habían profetizado. El 1 de enero de 2016, Forbes lanzaba un artículo con un titular muy claro: Por qué 2016 no será el año de la realidad virtual. No lo ha sido. A pesar de toda la expectación que ha rodeado a estos nuevos dispositivos, que permiten sumergir por completo el campo visual en un mundo digital, el público no ha picado el anzuelo. La consultora SuperData ha cifrado la venta durante este año de visores de realidad virtual en torno a los 6,14 millones de dispositivos. Solo la PlayStation 4 cuenta con un parque de 50 millones de consolas, por lo que la conquista de este nuevo medio está lejos de confirmarse por el momento.

La realidad virtual se la juega en 2017. Tendrá dos ambiciosas metas por delante: vender más cascos y demostrar que a las compañías de videojuegos (grandes y pequeñas) les merece la pena crear historias para ellos. La mejor manera de convencerlos es con grandes juegos, y por eso varios de los lanzamientos más sonados se la jugarán en este formato. Resident Evil 7, que se lleva esta franquicia con 68 millones de juegos vendidos a la PlayStation VR de Sony; Star Trek Bridge Crew, la apuesta del gigante francés VR de llevar a lo virtual la afamada saga televisiva y cinematográfica, o la versión virtual de Fallout 4 para el casco HTC Vive son algunos de los platos fuertes. La realidad virtual aún no es fenómeno de masas. Pero pretende serlo a partir de estas Navidades.