_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Melancolía

Hay cientos de empresarios españoles deseando meter la cuchara en el pastel precapitalista de la isla

Juan José Millás
El rey Juan Carlos de España (i) asiste al acto celebrado para despedir  a Fidel Castro.
El rey Juan Carlos de España (i) asiste al acto celebrado para despedir a Fidel Castro.EFE / ZIPI

Que España envíe a los funerales de Castro al Rey emérito, en vez de al Rey por antonomasia, debe de significar algo. Quizá que el fallecido es un difunto emérito también, o que los efectos de su óbito están ya descontados, como dicen los expertos en Bolsa de los valores que ni suben ni bajan cuando fallece el consejero delegado o nace el presidente de una empresa equis. La ventaja de disponer de un rey emérito es que te permite jerarquizar los entierros. El de Fidel, a todas luces, y desde el punto de vista de la diplomacia española, es de segunda. Y luego dicen que la muerte nos iguala a todos. Otra mentira.

Imaginamos a los servicios secretos españoles tratando de dilucidar el rango mortuorio de Castro. Los servicios secretos son de carne y hueso, como usted y como yo. Se quedan calvos, engordan, envejecen, se les pudren las neuronas y tienen hijos que suspenden las matemáticas. Así que cuando se reúnen alrededor de una mesa situada en el interior de una caja fuerte, sufren los mismos dolores de cabeza que cualquiera de nosotros a las nueve de la mañana, incluso si disponen de un coach que a su vez toma ansiolíticos. El coach es al psicoanalista lo que el hachís a la heroína, pero no olvidemos el efecto placebo, que es de lo que vivimos mayormente. La cuestión es que a las nueve de la mañana, seas espía o fontanero, tienes que priorizar. ¿Por dónde empiezo? Por saber a qué funerales debo acudir o a cuáles puedo enviar a un mandado. El Rey emérito (o Emérito) ha devenido en un mandado. Craso error. Hay cientos de empresarios españoles deseando meter la cuchara en el pastel precapitalista de la isla. Hablamos de la cuchara por no mencionar los lazos históricos, que los lazos históricos nos ponen melancólicos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_