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Ellas crean, ellos deciden

Apenas el 22% de las autoras teatrales estrenan sus obras, un punto por debajo de las directoras que consiguen mostrar su trabajo. La cifra no es mucho más alta en cuanto a los puestos de responsabilidad que consiguen las mujeres en salas e instituciones del ámbito teatral: ocupan poco más del 32% de los altos cargos. Estos datos de 2015 de varios estudios oficiales sorprenden a profesionales del sector, que reunidas para debatir sobre dramaturgia femenina en el marco del ciclo Lavapiés a escena dedicado a las mujeres en la escena independiente. Alguna de las presentes pensaba, incluso, que la brecha de género era mayor, una percepción alimentada por sus experiencias.

Imagen de 'La verdadEra historia. Blancanieves'.
Imagen de 'La verdadEra historia. Blancanieves'.Olga Galindo

“No es que no haya dramaturgas, al contrario, somos un montón. Y también los estudios recogen que la mayoría del público que consume cultura en general, y teatro particular, está formado por mujeres. El problema es que, como en todos los demás ámbitos, se choca con un sistema y unas instituciones”, lamenta Patricia Benedicto, directora de Moscú 3442 km.

Eso sí, la discriminación por su género también lo han sufrido muchas de ellos desde dentro. Que cuestionen sus decisiones al frente de un montaje es una escena frecuente en su día a día. “La mayoría de las veces la gente discrimina de forma inconsciente. Es algo intrínseco dar por sentado que los puestos de responsabilidad los tiene que tener un hombre”, apunta Laura Garmo, al frente del montaje La verdadera historia. Blancanieves. “Lo peor es que llegas incluso a dudar de tu trabajo”, apunta Esther Pérez, directora y coautora junto a Alba García de Lesiones incompatibles con la vida.

Lejos de caer en el pesimismo, la opinión generalizada es que para lograr la visibilidad y el reconocimiento que merecen cambiando la tendencia establecida, es primordial seguir trabajando duro. “Es triste que en 2016 se tengan que seguir haciendo ciclos como este o imponiendo cuotas, por ejemplo, como la del Centro Dramático Nacional, que establece que un 33% de programación tenga que ser de dramaturgas. Pero es el paso para que la igualdad llegue de forma natural”, incide Garmo.

Otra rama que creen primordial para combatir la precariedad, ya no solo para ellas sino para todos los artistas, es la educación de los niños desde bien pequeños. Carolina Bermúdez, profesora de teatro desde hace una década y autora de La verdadera historia. Blancanieves, tiene claro el enorme poder de la educación en valores artísticos para formar a futuros consumidores de cultura. “Es impresionante las ganas que tienen los pequeños de aprender arte dramático y las trabas que nos ponen desde las instituciones”.

La directora Patricia Benedicto, responsable de la comunicación de un teatro en Móstoles está acostumbrada a lidiar con jóvenes de instituto. “Los propios alumnos de Bachillerato escénico no van al teatro. ¿Cómo van a ir los demás adolescentes? Incluso el público adulto es complicado. Cada espectador de menos de 68 años te lo tienes que pelear”.

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