Parches y despropósitos
Me invade una tremenda desazón contemplar los muñecos rotos de la fiebre de la capitalidad cultural para el 2016 que asoló Córdoba: un avión “contenedor cultural” varado en un parque, cuyo traslado nos costó 90.000 euros, y que nunca “despegó”. ¿Y qué decir del flamante centro de creación contemporánea (C4)? Un espacio tan necesario para la ciudad, por el que desembolsamos 30 millones de euros (ahí es nada), y que lleva años vacío. Pero esa desazón no es nada si se compara con la tristeza que me produce la “genial ocurrencia” de la Junta de trasladar la Filmoteca de Andalucía del lugar que ocupa desde hace 25 años —un edificio con alma, ubicado en el centro histórico, y uno de los pocos reductos de la Judería no vendido al turismo— al C4, una instalación diseñada para propósitos totalmente diferentes, por lo que habría que readaptarla. Esto conllevaría un nuevo e innecesario despilfarro y no pocos inconvenientes para usuarios y trabajadores. No sé si todo esto es fruto de la ineficiencia o de la falta de voluntad, lo que sí sé es que siento que nuestros representantes no solo no nos representan, sino que gobiernan contra nosotros.— Ana Ibáñez. Córdoba.
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