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CLAVES
Columna
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Ojalá hubiese mentido

Son muchos los que esperan que Trump no se creyera de verdad lo que decía

Xavier Vidal-Folch
Manifestación en Las Vegas contra Donald Trump.
Manifestación en Las Vegas contra Donald Trump.ETHAN MILLER (AFP) (AFP)

Como lo que juró (en campaña) que proyectaba era tan horroroso, andan muchos deseando que hubiese mentido y no tuviera ninguna intención de cumplirlo.

O que no sabía de verdad lo que decía y que por tanto carecía de voluntad para llevarlo a cabo.

O que perjudicaría demasiado a sus intereses y los de sus amigotes de la oligarquía más trasnochada: inversiones en China, en Reino Unido, en tantos lugares, a muchos de los cuales amenazó con asestarles aranceles de susto. De hasta diez veces (45% del valor) el actual nivel impuesto a las exportaciones de los chinos. Y decida por tanto aparcar sus impulsos.

O que el sistema institucional anglosajón de cautelas y equilibrios, los famosos checks and balances —el Parlamento, aunque entregado a los republicanos; el Supremo, aunque paticojo; la opinión pública, aunque con la gran prensa de calidad humillada— impida poner en práctica las peores locuras y excentricidades de un candidato tóxico y exótico.

Fíjense como la maldad amenaza con arruinar hasta la decencia ética de quien se opone a ella. Muchos se darían (nos daríamos) con un canto en los dientes si el telón de acero contra México, el retorno a las guerras proteccionistas o el desprecio a la mujer hubieran sido solo triquiñuelas para no aplicarse jamás. Pensando así uno se siente minimalista y miserable, pero a algún consuelo hay que agarrarse, como clavo ardiendo.

Al fin y al cabo aprendimos de la campaña pro-Brexit que en el populismo parafascista un tercio son mentiras; otro, necedades, y el tercero, maldades. Aferrémonos a que mintieran, como cuando falsearon los datos de la contribución neta británica a la UE, para exagerarla, deslegitimarla y destruirla.

Ya se repite, y no ha transcurrido una semana desde la infausta elección norteamericana. Ocurre con la atención sanitaria, casi universal, del Obamacare: dice ahora Donald Trump que la retocará pero sin anularla, contra lo que juró. Parece que sucede también con la promesa de deportar a millones de latinoamericanos sin papeles. Y es evidente que acontece lo mismo con su promesa de encarcelar a Hillary. ¿Nos contentamos con ese poco o exigimos mucho, mucho más?

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