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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Es hora de que TVE recupere la independencia

En esta legislatura los partidos de oposición tienen una oportunidad de oro para revertir la contrarreforma del PP

Rosario G. Gómez
Sede de los informativos de TVE en Torrespaña.
Sede de los informativos de TVE en Torrespaña.Carlos Rosillo

El nuevo Gobierno no para de prometer diálogo, diálogo y más diálogo. La nueva legislatura necesita de acuerdos y pactos para cambiar el rumbo de aquellas instituciones que durante los años de mayoría absoluta del PP han actuado de manera manifiestamente mejorable. Uno de los organismos que están pidiendo a gritos una reforma urgente es la radio y la televisión pública. RTVE, que acaba de cumplir 60 años, está inmersa en un agujero negro: tecnológicamente anclada en el pasado, informativamente desprestigiada por su alineamiento con el partido en el Gobierno y financieramente asfixiada por los sucesivos recortes en la subvención estatal.

Los telediarios de la televisión pública han perdido el liderazgo de la audiencia y son cuestionados tanto fuera como dentro de la casa. Su credibilidad ha caído en picado y TVE ya no es la cadena favorita para seguir la información política y electoral, como pone de manifiesto el informe del Centro de Investigaciones Sociológicas publicado ayer. Ningún directivo podrá esgrimir, como hacía en otros tiempos el actual presidente de la corporación, José Antonio Sánchez, que los informativos de TVE son los más creíbles por la sencilla razón de que son los más vistos. Siguiendo esta explicación infantil podría decirse que actualmente no son creíbles porque no son los que más audiencia registran.

En esta legislatura los partidos de la oposición tienen una oportunidad de oro para devolver la independencia a RTVE. La primera medida pasa por revertir la contrarreforma que abordó Mariano Rajoy en 2011 para elegir un presidente a su medida. El PP fulminó el artículo de la ley que exigía una mayoría de dos tercios del Congreso de los Diputados para nombrar al inquilino de Prado del Rey para que solo fuera necesaria la mayoría absoluta.

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Una televisión pública imparcial es síntoma de salud democrática. Todo el arco parlamentario debería ser consciente de que los medios públicos (estatales, autonómicos o locales) están al servicio de los ciudadanos, no del partido político de turno. Recuperar la pluralidad, la veracidad y la independencia es un objetivo ineludible en la agenda parlamentaria.

Además de un compromiso político firme para devolver la televisión pública al público, TVE requiere una financiación suficiente y estable para poner en antena una programación de calidad, que no se deje arrastrar por los formatos chabacanos que inundan los canales privados. Ha de estar a la vanguardia tecnológica, arriesgar con programas innovadores y adaptarse al mundo digital y a los nuevos modelos de consumo de contenidos. Estos objetivos no están reñidos con la audiencia. Lo demuestra la BBC, que acapara un 33% de la cuota de pantalla frente al 16,6% registrado en octubre por los cinco canales de TVE. Lo que sí está reñido con una televisión plural es un presidente que, como Sánchez, se jacta en el mismísimo Parlamento de votar al PP.

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