Errores garrafales de los hombres en la primera cita, confesados por 30 mujeres
Presentarse en chándal, recriminar lo que comes, decir "a mi madre le encantarás"... No, por ahí, no
La seducción no es ni será nunca una ciencia exacta. Hay a quien le impresionan unos bíceps más que el Guernica de Picasso y también a quien aquello de que el susodicho no pueda cerrar los brazos de tanto músculo le da repelús. Hay quien sobre todo quiere reírse, quien sobre todo quiere diseccionar el nihilismo de Nietzsche y quien cree que el filósofo alemán es el último fichaje del Bayern. Y lo bueno es que, ahí fuera, a poco que busquemos, existen personas con las que poder tomarnos unas cañas, estar a gusto, acostarnos y quizás, quién sabe, hasta vernos de nuevo.
A partir de ahí, vuelas solo. Pero para esa primera vez en la que no tienes ni la menor idea de cómo va a salir y temes meter la pata, aquí te dejamos nada menos que 30 errores de hombres que, generalmente, pueden arruinar una cita. Y dichos por ellas, que los han sufrido.
Un consejo previo: utiliza el sentido común y, si no puedes escapar y caes en una de estas equivocaciones, tira de humor. Quizás no lo arregles, pero al menos te habrás reído.
1. Marta, 26 años, periodista: "No me gusta la gente que se arregla mucho para una cita informal, pero de ahí a presentarse en chándal... Pues eso es lo que me ocurrió con un chico".
2. Marina, 27 años, profesora: “Se pasó la cena asombrándose por lo mucho que yo comía y contando las cervezas que me bebía”.
3. Bea, 27 años, bailarina: "Quedé a cenar con un chico al que había conocido por Tinder y cuando llegué al bar la persona que me estaba esperando poco tenía que ver con la que aparecía en su foto de perfil. Luego me contó que hacía cinco años que se había hecho la foto. Su aspecto físico había cambiado notablemente".
4. Marta, 27 años, profesora: "Se había estudiado todas mis redes sociales y cada vez que le hablaba de algo me dejaba claro que ya lo sabía porque había estado cotilleando. Esta labor de espionaje me pareció demasiado".
5. Irene, 29 años, periodista: “Acabó tan borracho que plantearse cualquier plan sexual era imposible”.
6. Ana, 23 años, estudiante: “Estaba tan pendiente de su móvil que le acabé mandando un whatsapp para decirle que me iba”.
7. Maga, 25 años, dependienta: “Cuando llegamos al bar, él se sentó frente a la tele y, aunque hacía como si le interesase lo que yo le estaba contando, no perdía ojo al partido del Madrid”.
8. Elena, 42 años, comercial: "Estuvo hablando fervientemente de política durante toda la cena y en ningún momento se interesó por saber cuál era mi ideología. A medida que corría el vino, su postura se volvía cada vez más extremista. Dio la mala suerte de que sus ideas eran totalmente contrarias a los mías, pero, aunque hubieran sido afines, la relación no habría llegado a buen puerto. Mi opinión no le importaba lo más mínimo".
9. Rosa, 26 años, actriz: “Se sentó delante de un espejo y miró más veces su flequillo que mi escote”.
10. Almudena, 27 años, diseñadora de moda: “En la primera cita se presentó con un Porsche (de papá, claro) en la puerta de mi casa y se pasó un buen rato hablando sin parar de lo mal que limpiaba el servicio en su casa”.
11. Ainara, 32 años, socióloga: “De repente, entre cañas y nachos, soltó sin venir a cuento que él creía que los judíos se habían merecido el Holocausto. Pensé que era una broma hasta que se puso a intentar argumentarlo”.
12. María, 25 años, abogada: “Se puso a alardear de conquistas haciendo énfasis en que eso no lo hacía conmigo porque 'tú eres diferente' y que esas chicas 'eran solo para lo que ya sabes tú”.
13. Sara, 41 años, diseñadora gráfica: “Todo iba bien hasta que me dijo: 'A mi madre le encantarías”.
14. Paola, 28 años, farmacéutica: "Nos habíamos liado la noche anterior en un bar, intercambiamos números y quedamos al día siguiente. Llegó con un amigo y, al presentarnos, me llamó por otro nombre”.
15. Belén, 32 años, delineante: “Coincidimos en una fiesta de cumpleaños de una amiga y a uno de los amigos de él le robaron una chaqueta. Ante el cabreo, decidió robar un bolso y una chaqueta... que resultaron ser de dos amigos míos”.
16. Blanca, 33 años, socióloga: “Tras acostarnos me dijo que se moría de ganas de salir de fiesta. Pero me dijo que mejor no fuese yo, que había quedado con unos amigos".
17. Nagore, 46 años, peluquera: “Nada más llegar se puso a criticar a todo el mundo. Empezando por el camarero (que tardó un poco), los famosos, el cine español... La única persona a la que no criticó fue a sí mismo”.
18. Erika, 29 años, camarera: “Supe que aquello no iba a nada a nada desde que me dijo: 'Es que me das un poco de miedo'. Y todo porque le subrayé que era muy independiente”.
19. Sandra, 34 años, empresaria: “Eso no fue una cita, fue un interrogatorio. No paraba de hacerme preguntas, algunas bastante insolentes, por cierto”.
20. Virginia, 44 años, psicóloga: “Le dije que era psicóloga y empezó a contarme traumas infantiles para ver qué pensaba sobre el tema”.
21. Lola, 22 años, estudiante: “Apareció 40 minutos tarde y ni avisó ni respondió a los whatsapp. Cuando llegó me soltó que se le había olvidado”.
22. Raquel, 34 años, instructora de zumba: “No recuerdo de qué estábamos hablando, pero de repente me llamó por el nombre de otra que resultó ser su ex”.
23. Aina, 28 años, fotógrafa: “Me interrumpía tanto que me puse a contar mentalmente cuanto tiempo me dejaba hablar antes de hacerlo él”.
24. Paula, 19 años, estudiante: “Era incapaz de dar una opinión o elegir. Todo era un 'no sé' a la espera de que yo dijera algo”.
25. Pilar, 31 años, militar: “Se puso a ligar con la camarera cuando fue a pedir las cervezas”.
26. Estefanía, 30 años, funcionaria: “En la cafetería era todo amor y dulzura, colaboraba con ACNUR y había apadrinado a un oso panda... Hasta que se subió al coche y evolucionó en niña del exorcista. Chillaba y abroncaba a todo el mundo. El momento álgido llegó cuando empezó a despotricar de lo mal que conducían las mujeres".
27. Miren, 92 años, jubilada: “A los cinco minutos de estar bailando ya me estaba intentando tocar el culo”.
28. Raquel, 27 años, profesora: “Un halago está bien, pero no hace falta pasarse de explícito y alabarte el escote”.
29. Judith, 43 años, funcionaria: “Después de la segunda caña se hizo un silencio algo incómodo. Su manera de atajarlo fue preguntarme por qué yo no tenía aún hijos y explicarme que él quería una familia numerosa”.
30. Sara, 29 años, abogada: "Me pasé todo la noche intentando que me dejara pagar algo. Los vinos de antes, el taxi que nos llevó al restaurante, la cena, las copas de después... Pero nada, se negaba a que pagara ni un céntimo con el rancio argumento de: 'Es que yo soy un caballero".
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