_
_
_
_
CONCURSO

La venganza química

'Materia' desafía a sus lectores a resolver este octavo desafío científico, que acompaña a la biblioteca 'Descubrir la ciencia'

En el texto de esta dramatización se esconden varios potentes venenos
En el texto de esta dramatización se esconden varios potentes venenosMatt Brubek

Escena: salón de una casa céntrica, por la noche. Ocupan la escena dos hombres. Ante una mesa repleta de manjares se sienta el joven Milo. Frente a él permanece en pie su anfitrión, Lamar, de mediana edad. Milo deglute la comida a dos carrillos, hasta que hace una pausa para farfullar.

M. ¡Deliciosos! Normalmente no me gustan los guisantes, pero la verdad es que los de usted saben diferente. ¿Cómo los cocina?

L. Oh, en realidad es fácil. Como le he dicho, soy químico, y la cocina no es más que un laboratorio. Si uno conoce las transformaciones químicas, domina la cocina. Pero el verdadero secreto está en las especias. A cada plato las suyas. Por ejemplo, ese plato de pollo que está a punto de probar.

M. ¿Qué especias le ha echado?

L. A ése... Dos o tres.

M. ¿Dos o tres? ¿Cuáles?

L. Compréndalo, es una receta familiar secreta. Si se lo revelara tendría que matarle.

M. ¡Ja, ja, no se preocupe, no voy a robarle la idea! A mí no me gusta cocinar, sólo comer. Pero no quisiera abusar de su amabilidad. Nunca un cliente me había invitado a cenar. Cuando quiera, me enseña la casa para hablar de los detalles de la reforma.

L. No se preocupe por eso ahora, coma tranquilo. Como ve, en realidad la casa está en perfecto estado. ¿Quiere probar el estofado de caza, Milo?

M. Perdone si le parezco demasiando ansioso, pero es que está todo riquísimo. No suelo cenar manjares como estos. ¿El estofado también lleva esas especias suyas secretas?

L. Cene menos.

M. ¿Qué?

L. Desayune más, cene menos. Es lo que siempre me dice mi médico. ¡El secreto de una larga vida! La cual, por desgracia, usted ya no va a tener.

M. No se preocupe por mí, tengo un estómago resistente.

L. ¿Le parece que hablemos de química mientras cena? He oído que entiende usted del asunto.

M. ¿Química? ¡No, para nada! Usted es el químico. Yo no tengo la menor idea. Yo reformo casas, ya sabe.

L. Oh. No es eso lo que había oído. Según lo que ella me contó.

M. ¿Ella? ¿Quién?

L. Mi hija. Aquélla a la que usted abandonó porque, según le dijo usted, no había “química”.

M. Oiga... ¿Es una broma?

L. Es más, usted se rió de ella. En cambio, a ella no le hizo ninguna gracia. Cayó en una profunda depresión. Pero el golpe definitivo llegó cuando se enteró de la enfermedad incurable que usted le había transmitido, ocultándole que la padecía. A causa de la cual, entre otras terrible consecuencias, nunca podría tener hijos. Fue entonces cuando ya no quiso seguir viviendo.

M. Pero... ¿Habla en serio? Señor Lamar... Yo... ¡Yo no sabía nada! Si lo que dice es cierto, lo siento mucho. Yo no quería...

L. No, no, no, Milo. Ya es demasiado tarde para eso.

M. ¿Tarde? ¿Qué quiere decir? ¿Es que piensa... matarme?

L. Usted debía recibir su merecido, Milo. Pero yo no soy un asesino. Empuñar un arma... ¡No sabría ni cómo hacerlo! Pero usted ha venido aquí por su propio pie, yo le he informado de que la comida contiene venenos, y aun así usted ha elegido voluntariamente... suicidarse.

M. ¿Qué? ¿Está loco?

L. No, yo no estoy loco, Milo. Pero usted ha estado poco atento, y sabrá que digo la verdad porque probablemente ya está comenzando a sentir los pinchazos. Las cantidades de veneno que ha ingerido no son fulminantes. Todavía le queda... una hora, calculo. Pero aún tiene una última oportunidad de vivir, gracias también a la química. ¿Ve esa jarra grande? Contiene un líquido muy peculiar que podría ayudarle a retrasar la absorción del veneno. Si se la bebe entera, tal vez, pero sólo tal vez, disponga del tiempo suficiente para llegar a un hospital.

M. ¡Deme la jarra!

L. ¡Espere! Antes debo advertirle de algo. Este líquido mata a cientos de miles de personas cada año. De hecho, es una de las principales causas de muerte en el mundo. Así que está en su mano elegir si quiere correr el riesgo o no.

M. ¡Maldito hijo de perra! ¡Váyase al infierno!

Milo se levanta de la silla, se tambalea hasta el recibidor y se arroja escaleras abajo, batiendo la puerta en su huída. Lamar lo oye resbalar y desplomarse en los últimos escalones del portal, pero aún puede verlo por la ventana mientras sale corriendo a la calle oscura, donde el chirriar de un frenazo precede al ruido sordo de un cuerpo estampándose contra el asfalto.

L. (Levantando su copa.) Después de usted.

¿Qué venenos ha tomado Milo y cuál es el líquido que podría haberle salvado?

Revisa el texto y descubrirás ocultas esas sustancias químicas. El plazo para responder a este desafío finaliza el domingo 27 de noviembre a las 12:00 (hora peninsular española).

Respuestas correctas: Milo ha ingerido dos venenos, a pesar de que Lamar le ha informado de ello antes de tomar la comida envenenada. En primer lugar, cuando Milo le pregunta qué especias le ha echado al pollo, Lamar responde: “a ése... dos o tres”. Es decir, As2O3, o trióxido de arsénico, la forma más común del arsénico como veneno, el que utilizaba Madame Bovary para quitarse la vida. El nombre del segundo veneno está oculto en la fingida recomendación del médico de Lamar: “cene menos”, o CN-, cianuro. Y naturalmente, el líquido que podría haber ayudado a Milo a retrasar la absorción del veneno, pero que mata a cientos de miles de seres humanos, no es otro que el agua: la Organización Mundial de la Salud calcula que cada año mueren ahogadas 372.000 personas. El agua es la tercera causa de muerte accidental en el mundo, con un 7% del total.

Ganador: Santiago Revuelta Coldeira, de Alcorcón (Madrid).

;)

Finalizado

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_