Un buen comienzo

Que el Acuerdo de París sobre cambio climático haya podido entrar en vigor menos de un año después de haberse firmado es un hito del que debemos congratularnos. Indica que los Gobiernos han tomado conciencia de que, si no se adoptan medidas urgentes, nos encaminamos hacia una emergencia de posibles efectos catastróficos. Dado que el acuerdo nació con fórceps tras años de arduas negociaciones, la gran incógnita era si podría entrar en vigor antes de 2017. A diferencia de lo que ocurrió con el tratado de Kioto, que se firmó en 1997 y tardó más de siete años en entrar en vigor, esta vez se han podido cumplir los requisitos en 11 meses: la ratificación por parte de 55 de los 195 países firmantes que, en conjunto, representaran más del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En realidad, son ya un centenar los países que han ratificado el acuerdo y eso hace albergar la esperanza de que se aborde con la misma celeridad y determinación la parte más difícil: concretar las cuotas de reducción de las emisiones a aplicar a partir de 2020, además de dotar el fondo de 100.000 millones de dólares para compensar a los países en desarrollo. El objetivo es que el calentamiento global no supere los 2°C a final de siglo. Entre los países que ya han ratificado el acuerdo figuran los mayores contaminantes, entre ellos China, EE UU e India, pero ya se sabe que los actuales compromisos de reducción no son suficientes para alcanzar ese objetivo, por lo que en futuras revisiones habrá que acordar un 25% adicional.

España figura entre los países que todavía no han ratificado el acuerdo, por haber estado 10 meses con el Gobierno en funciones. Cabe esperar que esta sea una de las primeras propuestas que lleve al Parlamento el nuevo Ejecutivo y que cumpla escrupulosamente la cuota de reducción que nos corresponda. No solo porque somos corresponsables de lo que le pueda ocurrir al planeta, sino porque podemos estar entre los más perjudicados. Un estudio publicado en la revista Science constata que de mantenerse los actuales niveles de emisiones un tercio de España tendría un paisaje tan árido como el desierto de Tabernas de Almería.

La zona del Mediterráneo sufre un calentamiento mayor que el promedio. Si desde la Revolución Industrial la temperatura media del planeta ha subido 0,85°C, en el Mediterráneo lo ha hecho 1,3°C. El actual ecosistema mediterráneo solo se podrá preservar si el aumento medio de temperatura se queda por debajo de 1,5°C. Tenemos un interés muy directo no solo en que se cumpla lo acordado, sino en tratar de ir más allá.

La Unión Europea se ha comprometido a que en 2030 las emisiones sean un 40% inferiores a las de 1990. Pero mientras el conjunto de la UE reduce las emisiones, España las aumenta. La crisis económica hizo que descendieran a partir de 2007, pero la recuperación y un aumento irresponsable del uso del carbón para generar electricidad han hecho que en 2015 aumentaran un 3,2%. El nuevo Gobierno debe rectificar con urgencia y alinearse con Europa. Nos jugamos el bienestar, la riqueza y la salud de las generaciones futuras.