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Sebastião Salgado, otra fiebre del oro

LAS FOTOS de esta mina de oro de Serra Pelada, en el Estado de Pará, al norte de Brasil, son bastante conocidas, pero no tantas personas saben que al principio el fotógrafo fue recibido con total desconfianza porque se corrió el rumor de que había sido enviado por una empresa para apropiarse del terreno y echar a todo el mundo a la calle. El malentendido no dio paso a la complicidad hasta que otro error llevó a que fuera esposado y detenido por unas horas. Después volvió al enorme agujero a cielo abierto y fue vitoreado por los trabajadores. Allí, cubiertos de barro, con un simple pico y sus manos como toda herramienta, 50.000 personas se afanaban en aquellas profundidades en las que uno podía imaginar oír el murmullo del oro. Aunque pueda sorprender, ninguno de aquellos mineros eran esclavos. Todos eran voluntarios, probablemente tiranizados por otras cadenas: su propio deseo de riqueza.

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