Fiestón en Marbella con McEnroe, Noah y Wilander
CUANDO AGOSTO dice adiós, Marbella muda y se relaja el actual remake que emula aquellos años setenta y ochenta de excesos, fiestas glamurosas, jet-set y petrodólares que convirtió este antiguo pueblo de pescadores en el lugar donde los famosos paseaban su palmito, y los ricos de cuna, sus coches exclusivos y los caprichos más excéntricos. Las nuevas fiestas, los nuevos garitos, los nuevos ricos o aspirantes a parecerlo cambian de piel en septiembre. Hoteles famosos como el Meliá Don Pepe y el Puente Romano se convierten en oasis de golfistas y gente adinerada que no necesita mostrar que lo es. Algún despistado todavía descorcha ruidosamente una botella de champán al borde de la piscina, pero las burbujas de Möet & Chandon –una de las marcas mimadas del grupo del lujo LVMH– también se asocian a eventos más discretos. Del 22 al 24 de septiembre, el famoso espumoso francés fue uno de los patrocinadores del torneo Senior Masters Cup, que enfrentó en la pista central del club de tenis Puente Romano a nombres irrepetibles de este deporte como son John McEnroe, Mats Wilander o Yannick Noah.
Junto a este trío de cincuentones, otros jugadores de media tres lustros más jóvenes que, en palabras del propio McEnroe, aún “les tienen miedo”: el francés Sébastien Grosjean, el marroquí Younes el Aynaoui y el español Albert Costa.
Con muñequeras, canas o rodilleras, todos demostraron el porqué de su palmarés. Dieron espectáculo, se divirtieron y cautivaron a las 2.500 personas que abarrotaron las gradas. Ya no sienten la presión de antaño, pero con la raqueta en la mano ninguno quiso dar una bola por perdida. Solo se les resistieron algunas dejadas demasiado maliciosas para la edad de sus piernas.
En semifinales, el duelo Mats Wilander-John McEnroe (33 y 77 títulos, respectivamente) fue el que arrancó más exclamaciones. Ambos cumplieron con las expectativas, las deportivas y las otras. Wilander, porque puede seguir presumiendo del atractivo, ahora maduro, que despertó pasiones en su juventud, y McEnroe, porque no defraudó y representó su papel de enfant terrible como el público esperaba.
El título se quedó en casa y lo ganó Albert Costa frente al estadounidense en un agónico super tie break. Pero quedaba lo mejor: el show de Yannick Noah, que hizo reír a carcajadas con sus ocurrencias durante un partido de exhibición y la volvió a armar en la fiesta privada, donde lo pasó de lo lindo cantando junto a su amigo Mats Wilander a la guitarra. Cosas que pasan en Marbella.
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