“El planeta está devastado. Es de los mayores retos”
La activista, clave del 'ecofeminismo', defiende la biodiversidad contra la monopolización de recursos
Su sonrisa no merma la rotundidad de sus postulados. Vandana Shiva, activista nacida en India hace 63 años y una de las mujeres más influyentes del mundo según varias voces acreditadas como la revista Time, es directa. No se anda con rodeos. Sus respuestas son vehementes, pero amables. Cargadas de una pedagogía disidente. Cada sentencia, que expresa sin pliegues ni titubeos, la remarca con una mueca próxima a la simpatía. También acentúa con pausas y entonaciones premeditadas cada combinación de palabras. A modo de titular, de pancarta que enarbolar. Shiva, graduada en Física y defensora de la biodiversidad de la tierra y los derechos de las mujeres, inauguró hace un par de semanas en Madrid la segunda edición de Views, Encuentro Internacional de Políticas de Desarrollo. Y lo hizo bajo una idea clara: "Nuestro planeta está devastado. Ese es el mayor reto al que nos enfrentamos".
De ella se dice que ha puesto en cuestión muchas verdades admitidas. La mayoría de ellas (o al menos las que más le preocupan y se acercan a su ámbito de lucha) tiene que ver con el medio ambiente y la desigualdad femenina. Shiva cuestiona, por ejemplo, la idea de progreso que se ha estancado en el imaginario colectivo: "Pensamos que es algo lineal, pero estamos dejando que haya experimentos que nos hacen retroceder. Según la FAO (la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas), en el pasado siglo se perdió el 75% de biodiversidad. El cambio climático no es cambio, es matanza climática", asevera.
No estoy en contra del progreso, sino de la estupidez
Para Shiva, "conociendo la tierra conocemos a las mujeres". La relación entre la ecología y el feminismo es tan estrecha que las juntó en una palabra —ecofeminismo— y la defiende en cada ponencia. "Su unión es múltiple. Primero, porque en surge la vida. La naturaleza trae vida, aunque hayamos vivido creando el falso mito de que es algo muerto. Y las mujeres son las primeras cuyo trabajo creativo ha sido el que más contribuido a salvar la vida de la Tierra y de la sociedad". Una vida que, apostilla, está a punto de perderse: "El 55% del espacio protegido está en peligro; los ríos se han echado a perder; y la tierra, sobre todo en África e India, se ha desertificado. Las mujeres empeñan 10.000 horas más para llegar a un pozo. Hasta que los políticos no se fijen como prioridad la conservación, no veremos la diferencia".
¿Y entonces el activismo, que le llevó a crear Navdaya, un movimiento para la conservación de semillas locales? "Creo que el movimiento ecologista ha sido exitoso en el sentido de que podemos hablar de desarrollo sostenible. La palabra sostenible no existiría sin un movimiento detrás", sopesa. Según la autora de Cosecha robada, el poder se ha reducido a un puñado de corporaciones que impone y coacciona a los mandatarios a base de amenazas. "Con la adhesión de Monsanto a Bayer, son tres las compañías transnacionales que mandan en la agricultura. Poseen una cantidad inmensa de dinero y pueden utilizarlo en forma de propaganda. Pueden comprar a los medios de comunicación, a los gobiernos o monopolizar los recursos e incluso la investigación", aduce quien cree que, a pesar de esta hegemonía, su imperio se está derrumbando y mucha gente ha rechazado sus productos, genéticamente modificados.
En cualquier caso, "el rol de los gobiernos es muy importante", insiste. "En India, Monsanto se está enfrentando a un juicio por no cumplir las leyes. La gente tiene que luchar y presionar a los gobiernos. Tiene que haber una contra de las personas. Yo estoy luchando y exigiendo al gobierno, que necesita saber que hay gente detrás por la que tomar decisiones. Hay que recordarles que tienen que cumplir, no ir a favor de las reglas que imponen las corporaciones. Los gobiernos por ellos mismos no pueden vencer. Pero la gente junto a ellos, sí. Hay que decirle a las multinacionales que aquí estamos para resistir", apostilla de carrerilla, aunque ve que el camino por recorrer es lento. "Creo que si solo tomas orgánico para consumo, la sociedad no se desarrollará tan rápido. Pero cuando se dé cuenta de que esto una soluciona el calentamiento climático, que es más sano y que previene el desempleo, verán que hay una forma de hacer un mundo mucho más amable. Cuando pones todo eso enfrente de la gente, esta reacciona. Y está preparada. De forma muy positiva".
Media docena de organizaciones de divulgación científica mostraron su rechazo a Shiva por sus postulados "en contra del progreso"
"La única manera de acabar con el hambre será con la comida orgánica", añade, en alusión al segundo punto de uno de los objetivos de la ONU de desarrollo sostenible para 2030. "Porque el modelo industrial, como ya he dicho, está probado y acabado. Lo único que ha provocado es que sólo unos pocos se beneficien. Mientras, los habitantes del planeta no están alimentados. El sistema industrial y de corporaciones no es consistente. Solo la agricultura local y orgánica es eficiente", incide.
Vandana Shiva ha escrito una decena de libros sobre todos los temas ligados a este campo. Describió la privatización del agua en The water war, firmó un manifiesto para una "democracia de la tierra" y puso al desnudo el negocio agroecológico en Who really feeds the world?. Su oposición frontal a la comercialización de los recursos y al consumo desmesurado le proporcionó en 1993 el Right Livelihood Award, conocido como Premio Nobel Alternativo, pero también ha levantado voces en su contra, argumentando que está en contra de la evolución. Sin ir más lejos, media docena de organizaciones de divulgación científica mostraron su rechazo a la participación de Shiva en el encuentro por considerar que su discurso es reaccionario. "Con sus mensajes atractivamente demagógicos y populistas se ha convertido en una estrella mediática, lo que usa para su propio beneficio. Mientras tanto, y para cultivar esos mensajes, hace todo lo que está en su mano para bloquear el acceso a herramientas tecnológicas que contribuirían a ayudar a los más desfavorecidos". argumentan.
Su respuesta llega en forma de tifón: "Tengo suficiente inteligencia y experiencia para saber lo que es útil e inútil. El método que consiste en utilizar una unidad para producir 100 es útil y es progreso. El que utiliza 100 para producir una es inútil y retroceso. No estoy en contra de lo nuevo, sino de la estupidez. Y en contra del acaparamiento de terreno y del esquilme de biodiversidad de las corporaciones".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.