_
_
_
_
EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rajoy y Sánchez, hombres de una sola pieza

El comportamiento de algunos líderes políticos reproduce viejos arquetipos románticos

José Andrés Rojo
El líder del PP, Mariano Rajoy, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
El líder del PP, Mariano Rajoy, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.ULY MARTÍN

Hace unos años se daba por hecho que España había salido ya de ese círculo vicioso que la obligaba a preguntarse por sus viejas esencias. Parecía que, dentro de Europa, ya no era necesario insistir con los lamentos ni afanarse en subrayar aquello que hacía del español un pueblo diferente. Las cosas han cambiado. Es como si de pronto urgiera ponerse a rascar en las entrañas del tiempo para rescatar nuestro verdadero rostro. Es cierto que no es solo España, en todas partes los populismos nacionalistas procuran hoy levantar las banderas de sus inmaculadas señas de identidad.

A España los ilustrados la abandonaron por imposible. Se trataba de un país retrasado, encerrado en sí mismo, incapaz de servirse de la razón para salir del oscurantismo. No tenía nada que ver con esa Europa que abrazaba la modernidad, y que se afanaba en progresar de la mano de los descubrimientos científicos.

Los románticos le perdonaron la vida. Había asuntos en España que conectaban con esa manera de ver las cosas que valoraba tanto el desafío y la intensidad de vivir nuevas experiencias y que gustaba de descubrir paisajes exóticos y mundos tenebrosos. En El descubrimiento de España, el libro del historiador Xavier Andreu Miralles del que ayer se hacía eco Babelia, se refleja muy bien lo que para una parte de los europeos de entonces supuso el levantamiento popular de 1808 contra las tropas napoleónicas. “El romanticismo alemán”, escribe, “descubrió en los españoles que habían tomado las armas contra los franceses a un pueblo que reivindicaba su libertad y su religiosidad medievales frente a un invasor tirano, ateo y francés”. Lo que los hacía guerrear con tanto entusiasmo era su primitivismo. Los salvaba su autenticidad.

Y en ésas parece que seguimos andando. Resulta que nada ha cambiado. Esa antigua autenticidad sigue siendo hoy la mejor baza de la que disponen nuestros políticos para aglutinar a sus seguidores alrededor de un par de fórmulas manidas y gastadas. Basta fijarse un poco en las maneras de los líderes de las dos principales fuerzas políticas.

Es verdad que el presidente en funciones, Mariano Rajoy, anda todo el rato diciéndole a su más inmediato adversario que se fije en Europa donde saben dialogar y forjar grandes coaliciones. Pero en cuanto se descuida le sale de dentro, y de qué manera, esa displicente soberbia del que no tiene que rendir cuentas ante nadie. ¡He ahí un hombre recio!

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se maneja en un registro diferente, pero muestra los mismos modales. Entiende que tampoco tiene que explicarle a nadie cómo salir adelante con tantos noes como único estandarte. Lo que le importa es la autenticidad del que no reniega de sus verdaderas esencias. ¡Un tipo duro!

Y mientras tanto, ¿cómo se comporta el coro? Canta convencido de que no desea nuevas elecciones, pero igual está también atrapado por los viejos mitos. Y, en el fondo, celebra ese patético espectáculo de hombres de una sola pieza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_