_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fantasma despierto

QUERIDO SOREN PEÑALVER:

¡Cuántas veces, al comentar un suceso, me dices: escríbelo! Fíjate en este reciente. Si uno vive, como apuntaba Quevedo, “en conversación con los difuntos”, puede darse el caso de que comparta horas con un espectro, y más, que viva con él. Pero llegan momentos en que la vida se impone y la atención prestada tiene que disminuir. Estaba yo en este pensamiento cuando, buscando por Internet una cosa que ya no recuerdo, encontré una foto de ese fantasma mío con algo más de 20 años. Me quedé tan fascinada por su mirada limpia, inteligente y a la vez imperiosa que vi asomar un peligro y me dije: ahora mismo me tengo que despedir. Así que, suavemente, empecé a pensar en una fórmula./

En una ocasión dormí en una cama en la que había dormido uno de mis poetas favoritos, John Keats.

Se trataba de un ser al que yo nunca habría podido conocer –nació en el siglo XIX– y, en cambio, quisieron los hados que entrara en contacto con su nieto. Yo le había enviado un libro y, puro azar, lo recibió el día de su cumpleaños. Le pareció un signo y, desde entonces, sostenemos intercambio por e-mail. Más de una vez me ha dicho que tenemos que conocernos y, viviendo él en América, me ha invitado a pasar unos días en casa de su madre, en Europa, cuando él la visite. En una ocasión dormí en una cama en la que había dormido uno de mis poetas favoritos, John Keats, en Ávila, así que empecé a pensar en esa posible visita que me llevaría a dormir, con bastante probabilidad, bajo el mismo techo de la casa de mi fantasma./

Pues bien, estaba pensando en aquella fórmula de despedida, que debía ser también una disculpa y un modo de esperanza, y, al releer los poemas de Gunnar Ekelöf, encontré: “Cabalgo a tu encuentro / para verte venir / una vez más en mis sueños”. De ahí podía partir… Y al punto escribí un poema donde hablaba de la amenaza de un barranco que me acechaba, pero acababa: “No hay caballo que salte / el arco de esta muerte”.

Apenas escrito esto, recibo un mensaje del nieto con una petición: su hijo, acabado un periodo de intenso estudio, irá unos días a Barcelona de vacaciones. ¿Puede darle mi teléfono por si acaso? Por supuesto, pero yo no vivo allí, allí viven mis hermanas, así que lo pongo en contacto con una de ellas.

Me llama mi hermana: “¿A que no sabes lo que ha pasado? He conocido al bisnieto antes que tú….

Transcurren sin noticias los días de estancia de ese muchacho en la ciudad, pero el último me llama mi hermana: “¿A que no sabes lo que ha pasado? He conocido al bisnieto antes que tú… Resulta que un ladrón se ha cebado con el chico. Se lo ha robado todo. Me ha llamado su padre pidiendo ayuda, así que he ido, lo he acompañado a la policía, a comprar un billete de regreso, lo he invitado a merendar, le he dado algo de pocket money…”.

¡Qué rápido es ese fantasma!, me digo. Actualmente tenemos tantas posibilidades… Por lo que me cuenta mi hermana el chico es encantador y muy inocente. Empiezo a buscar por Internet su imagen. Y veo entonces a su padre, a su abuela, a su tía… Y también al muchacho. Me quedo atónita: se diría la misma cara de aquella fotografía de su bisabuelo que encontré sin buscarla y me pareció que encerraba un peligro.

Un abrazo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_