_
_
_
_

Molenbeek, la excepción del turismo bruselense

La capital belga se resiente por el terrorismo, pero aumentan las visitas al mediático barrio

Álvaro Sánchez
Vecinos del barrio de Moleenbek, en Bruselas, cuna de una buena parte de los yihadistas en la UE, compran  en un mercado.
Vecinos del barrio de Moleenbek, en Bruselas, cuna de una buena parte de los yihadistas en la UE, compran en un mercado.Yves Herman (REUTERS)

Las fotos que no tomé. Los amigos que no hice. El dinero que no gasté. Las víctimas son los primeros y más importantes afectados por el terrorismo, pero sus consecuencias se extienden a lo largo de meses golpeando también la economía de los sitios donde se manifiesta. Bruselas es un ejemplo de ello. El verano ha sido para los hoteles de la capital belga la constatación de que la ciudad de la Grand Place o el Manneken Pis ha perdido atractivo.

Cinco meses después de los atentados del 22-M el sector turístico no levanta cabeza y encadena una tras otra estadísticas negativas. La última, la de este verano, muestra una caída de la ocupación del 25% en los establecimientos hoteleros. La cifra de pasajeros que aterrizan en Bruselas ha caído en los últimos meses y el dinero que ingresan bares y restaurantes también, lo que ha obligado al Gobierno a intervenir permitiendo a los hoteles pagar menos impuestos y reducir sus plantillas temporalmente sin coste. Un informe del Ministerio de Economía cifra en cerca de 1.000 millones de euros el impacto del terrorismo en Bélgica en los últimos meses.

En medio de perspectivas tan desalentadoras, el interés por visitar el barrio de Molenbeek, el lugar de donde provienen muchos de los terroristas que actuaron en París o Bruselas, ha aumentado en los últimos meses conforme su nombre llenaba titulares en medios de todo el mundo. El fenómeno no es masivo ni va a tener un efecto económico relevante, pero las dos asociaciones que organizan visitas guiadas han notado el aumento de visitantes. Los guías evitan detenerse en sitios como el edificio donde el terrorista Salah Abdeslam se escondía para no trivializar una realidad dolorosa para tantas familias. El recorrido incluye el paso por una iglesia, un castillo o un cementerio, y las referencias al terrorismo en sus anuncios, inexistentes más allá de lo que se adivina en una frase que alude a la estigmatización que sufre el barrio: “Preparaos para vivir una experiencia nueva en Molenbeek. Caminaréis tras los pasos de la revolución industrial, riquezas culturales, clichés mediáticos…”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_