Guerra en el bipartidismo
El problema de fondo es que ninguna de las dos grandes fuerzas políticas españolas ha hecho la catarsis que le corresponde
La aparición de la nueva política ha acentuado la crispación entre los viejos partidos como nunca antes. Ambas fuerzas exhiben un parlamentarismo autista que puede tener su causa más profunda en su incapacidad para adaptarse al nuevo panorama.
El PSOE no es el partido responsable de la situación de bloqueo, pero sí es el partido clave para orientar el rumbo del país en un sentido o en otro. Consciente del peso vertebrador que tiene, Podemos lo identificó en su diagnóstico como “el problema de España”. El PSOE no ha sabido dar la vuelta a este diagnóstico para presentarse como “la solución” porque sigue sin tener una visión política de lo que quiere ser. Hasta aquí el no de Sánchez se ha presentado como una posición moral antes que política, que ciertamente lo mantiene inmaculado. Nada que objetar. Pero a partir de ahora queda por ver si sabe salir de esa “ética de la convicción” para articular su posición política: evaluar las consecuencias de unas terceras elecciones y si dispone de un proyecto renovado para enfrentarse a ellas.
El PP tampoco ha hecho sus deberes. Cierto que es el partido con la lista más votada, o el único que ha incrementado el número de votos, pero la ineptitud para contestar a su líder sólo puede interpretarse en clave de extrema debilidad interna. Incapaz de abrir una crisis de liderazgo, el PP se nos aparece como un partido fantasma sujeto por el fino hilo de Rajoy. Un líder que funciona como tapón para la regeneración política, pero que teme que sin él su partido se vaya por el desagüe. Si es tan inconcebible la vida sin Rajoy, vista su impericia para facilitar pactos, ¿de verdad alguien sigue considerando al PP como un partido fuerte?
El problema de fondo es que ninguna de las dos grandes fuerzas políticas del bipartidismo ha hecho la catarsis que le corresponde. La única posibilidad de salir de este atolladero pasa por ese doble ejercicio de renovación: programática en el caso del PSOE, y de regeneración para el PP. Esto no es fácil, pero en eso consiste la política: resolver posiciones antagónicas para que luego acaben encontrándose en el “injusto término medio”. @MariamMartinezB
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