El latín del siglo XXI
Decía Margaret Thatcher que el inglés se había convertido en el latín del presente. Y no le faltaba razón. Hablar la lengua de Shakespeare es conditio sine qua non para cualquier estudiante universitario. Prueba de ello es la creciente oferta de grados íntegramente en inglés en nuestras universidades para procurar la excelencia, la preparación al mundo laboral y el interés por una cultura como la anglosajona. Sin embargo, la pulcritud de tales palabras se ve ensuciada cuando el aprendizaje de un idioma oculta la sumisión de miles de culturas y provoca la genuflexión de millones de ciudadanos ante una lingua franca. De tal modo que ya no hacemos viajes en carretera, sino road trips. Y tampoco desayunamos tarde, sino que nos iniciamos en el sano y majestuoso brunch. Tal improperio ha perforado las paredes de la educación, y ha convertido a unos en alumnos bilingües, y a otros en bárbaros e incultos hablantes de español. Dentro de 20 años, velis nolis, veremos cómo los niños hablan del prime minister —si lo hubiere— en lugar del presidente del Gobierno. Aunque en este caso, lamentablemente, no podemos saber qué nos hace menos daño.— Rubén Conde Rubio. Parla (Madrid).
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