Aquí, en Übersee
Millares de espectadores se reúnen en una localidad de Baviera y se rinden a la música de Limp Bizkit
Aquí fue: en el Shea Stadium, en Queens, Nueva York. En agosto, pero de 1965. Aquí los Beatles dieron el que se considera el primer concierto en un estadio al aire libre. Bajaron del helicóptero que habían tomado en el tejado de la Feria Mundial y se montaron en el camión blindado que les llevó al centro de la cancha. Sid Bernstein, el promotor, dijo que ganaron 304.000 dólares, el mayor monto que hubiera generado nunca un espectáculo.
Aquí, en una granja de Bethel, 50 millas al sur de Woodstock, fue donde una generación arropó la voz de Joan Baez creyendo que detendrían Vietnam, la guerra. En agosto, pero de 1969. Bob Dylan vivía en ese pueblo, pero prefirió marcharse a la isla de Wight. La policía esperaba 6.000 y acudieron 450.000, a 18 dólares la entrada.
En Escocia, en Edimburgo, todos los agostos son un festival de festivales desde 1947. Rudolf Bing quería traer un ánimo distinto del que se había posado, y quedado, tras la guerra mundial, e invitó a cantantes de ópera y a compañías que montaron obras de T. S. Eliot. Y contra él, contra su elitismo, nació Fringe, el hoy festival dramático más importante del mundo.
Aquí, y por fin el aquí es el de la fotografía, en Übersee (Alemania) miles de cabezas se mueven tan a la vez que parecen quietas. Suena Limp Bizkit, la banda estadounidense.
Aquí en España el festival más masivo es el Arenal Sound, que congregó a principios de mes a 300.000 personas en Burriana (Castellón). En una playa de dos kilómetros de extensión y 60 metros de anchura, la imagen icónica es la de los cuerpos que saltan y se salpican entrechocando en una piscinita desde las dos del mediodía hasta la madrugada.
Agosto fue siempre o es ahora más que nunca el mes de los festivales, y los que asisten a ellos peregrinan con la fidelidad con que se defienden los colores de un equipo de fútbol. Son rentables, mucho; en España solo la recaudación de las taquillas ascendió a más de 450 millones de euros. Los festivales han suscitado una forma de turismo que consiste en aglomerarse, en ser uno más entre miles de personas, que se parece mucho a dejar de ser.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.