Vivir
Desayuna leche desnatada, no porque le guste, sino porque ha escuchado que ayuda a adelgazar. Aunque no le saben a nada, en la taza vierte un puñado de cereales, ya que, según le dicen, son buenos para regular lo que ahora llaman “el tránsito intestinal”. Tampoco le apetece mucho correr, pero lo hace porque el ejercicio rebaja el nivel de colesterol. A la carrera se lleva una botella de agua: beber dos litros diarios es muy saludable y no pude dejarlo todo para última hora o se pasará la noche de peregrinación al baño. Con tristeza, le echa poca sal a la comida para evitar subidas de tensión o complicaciones renales. Por la tarde, en lugar de un bocadillo, merienda con poco entusiasmo dos piezas de fruta sin pelar (por lo visto, en la cáscara se concentra lo mejor). De noche, le gusta cenar con vino, pero leyó que el alcohol produce trastornos del sueño y lo sustituye por agua del grifo. Al acostarse, todos los días su mujer le repite lo mismo: estás vivo, pero no sé si estás viviendo.— Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid).
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