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CLAVES
Columna
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¿Limitar mandatos?

La norma, habitual en muchos sistemas presidenciales, no tiene encaje fácil en un sistema como el español

Jorge Galindo
En un sistema en el que el poder recae sobre el Parlamento, en la imagen, no es tan relevante la limitación del mandato presidencial.
En un sistema en el que el poder recae sobre el Parlamento, en la imagen, no es tan relevante la limitación del mandato presidencial.Claudio Álvarez

Al fin se habla de políticas, y no solo de política, gracias a las seis condiciones de Rivera para empezar a negociar. Es buena noticia. Pero una de ellas es singularmente drástica: la limitación de mandatos del presidente. La norma no tiene encaje fácil en un sistema como el español.

La base del parlamentarismo es la coalición legislativa mayoritaria, que determina quién ocupa el Gobierno y hasta cuándo: hay un máximo de cuatro años, pero mecanismos como la moción de censura y las elecciones anticipadas hacen que solo se cumpla a veces. Así, tanto la selección de candidatos como la confección ideológica y la toma de decisiones en general recae sobre los partidos. Limitar mandatos ignora esta lógica. Otra manera de decir lo mismo: si el objetivo, por ejemplo, es reducir la corrupción, ¿en qué ayuda quitar de en medio a una persona en concreto si tenemos a todo un partido imputado?

Esta medida sí es habitual en sistemas presidenciales como EE UU, donde las elecciones se centran en personas que construyen plataformas alrededor suyo. Además, los mandatos son fijos, por lo que el límite es fácilmente aplicable. Por el contrario, es difícil imaginar cómo funcionaría aquí, donde un mandato puede durar dos o tres años, dando incentivos a otros partidos para echar el Gobierno abajo si así se cargan a la cabeza.

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En España las mayorías amplias solían ser norma, el Congreso no es muy poderoso, y el jefe de Estado tiene poca relevancia. Por ello el foco de la valoración de la gestión se ha puesto siempre sobre el presidente, no sobre el partido. Y por ello a muchos les parece atractiva la limitación de mandatos. Pero es un trampantojo que se hace más evidente para todos conforme la fragmentación del Congreso otorga a los partidos pleno poder de veto.

¿Por qué Ciudadanos ha decidido poner sobre la mesa una medida que no cuadra con la lógica del sistema? Probablemente piensa que ciertos votantes la apreciarán en el trampantojo. Pero una parte del argumentario del partido siempre ha sido el cambio a través de políticas consecuentes. Ser responsable y esquivar la irrelevancia conlleva, a veces, un difícil equilibrio. @jorgegalindo

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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