Nos quemamos
Cada verano combinamos los mismos factores y obtenemos los mismos resultados: altas temperaturas más imprudencias en el monte, igual a incendios forestales. Asistimos a ese espectáculo bochornoso en el que vemos cómo lo más valioso arde. Y lo que es peor, casi siempre se podría haber evitado. Es necesario endurecer las penas para los imprudentes, pero lo que más urge es comenzar a concienciar de lo que perdemos. Y eso no es solo una labor de las instituciones; es responsabilidad de todos. Porque cada vez que una encina, un roble o un pino arde, nosotros ardemos con él.— Melany Domínguez Ruiz. Valencia.
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