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MIRADOR
Columna
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El pasado

El PP aún no ha condenado el Golpe de Estado que provocó la Guerra Civil española

Julio Llamazares
Mariano Rajoy en el Congreso de los diputados el pasado 19 de julio.
Mariano Rajoy en el Congreso de los diputados el pasado 19 de julio.JAVIER SORIANO (AFP)

No habían pasado 24 horas del fallido golpe de Estado en Turquía contra el Gobierno del presidente Erdogan y el Partido Popular español ya lo había condenado por boca de su presidente, Mariano Rajoy. Apenas dos días después se cumplieron los 80 años del golpe de Estado —militar, por supuesto, como el turco— que provocó la guerra civil española sin que el PP lo haya condenado aún. Debe de ser que no ha tenido tiempo de hacerlo.

Casi paralelamente, la misma Francia que durante varias décadas permaneció impasible y ajena ante los asesinatos de ETA en nuestro país nos agradecía nuestra solidaridad tras el horripilante atentado yihadista de Niza. Se ve que, como los golpes de Estado, el terrorismo tampoco es igual; depende de lo que a ti te afecte.

Moses Finley, el historiador norteamericano nacionalizado británico tras haber sido apartado de su universidad acusado de comunista por el Comité de Seguridad Interna del Senado de Estados Unidos en la época de la caza de brujas, afirmó que la historia no sirve tanto para conocer el pasado cuanto para comprender el futuro. Dicho así, uno podría pensar que la historia no es más que un espejo en negativo del futuro, la auténtica realidad. Pero ocurre que la historia, por lo menos en países como España, no acaba de serlo nunca, por lo que el futuro tampoco se nos acaba de manifestar del todo. Que 80 años después de producido un acontecimiento histórico como la insurrección militar del 18 de julio de 1936, que dio pie a una Guerra Civil que provocó un millón de muertos, y cuando ya apenas quedan protagonistas de él sus descendientes se sigan resistiendo a condenarlo, demuestra hasta qué punto no se puede considerar historia. Esperar que limpien sus consecuencias, ya sea exhumando a los muertos que aún permanecen en las cunetas, muchos sin identificar, ya sea borrando los nombres de sus verdugos directos o intelectuales de monumentos y vías públicas, es tan utópico como esperar que ETA pida perdón a los españoles por sus asesinatos y actos de coacción o que Francia haga lo propio por su pasividad de años ante esos sucesos. Una cosa es agradecer la solidaridad de los españoles hacia su sufrimiento por el terrorismo de hoy y otra distinta reconocer que ellos no hicieron lo mismo cuando tenían que haberlo hecho.

Que hasta la Iglesia, que es infalible, haya pedido perdón al mundo por sus errores históricos, aun cuando lo haya hecho con varios siglos de retraso, indica hasta qué punto el Partido Popular sigue anclado en un pasado que no acabará de pasar mientras ellos y quienes les apoyan sigan creyendo que la historia es ciega.

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