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“Arrojar bombas de hidrógeno desde el campanario es una cosa muy nuestra”

Vanessa Montero

ANDRÉS CUELLAZO es el alcalde de Motilla de Silos, un pueblo de España “con mucha historia y unas tradiciones muy bonitas y muy arraigadas”. Por eso no entiende que el Gobierno estudie prohibir la festividad de San Plutonio, en la que el párroco arroja bombas de hidrógeno desde el campanario.

¿De dónde viene la costumbre de arrojar bombas termonucleares con gran potencial destructivo desde lo alto del campanario? Es algo ancestral. Cada 8 de junio celebramos San Plutonio de esta manera y el rito es un bonito símbolo de la destrucción total y la posterior reconstrucción. Hacemos limpieza y empezamos de cero cada año. Es muy sanote y muy especial. Hay referencias en la Biblia.

Es una cosa muy suya. Es una cosa muy nuestra, efectivamente. Se tiene que vivir para entenderlo. Si no te ha explotado nunca una bomba de fusión en los morros, entiendo que te parezca una frivolidad. Pero lo que resulta realmente frívolo es despreciar la tradición en aras de la globalización.

Y ahora las autoridades quieren retirar las subvenciones para construir esas bombas. Dicen que la fiesta viola no sé qué tratados de seguridad internacionales, pero al final todo es una excusa para recortar gastos. Mire, cuando yo tenía seis años las bombas eran de 500 kilotones y no hacían más que asustar a las cabras y romper cuatro cristales. Ahora llegamos a los 50.000 kilotones y el espectáculo es una barbaridad de bonito. Y no se paga solo. La cultura hay que apoyarla desde las instituciones, no ahogarla con excusas hipócritas.

No me negará que las bombas de hidrógeno son terriblemente destructivas. La bomba no sufre.

No, la bomba en sí no sufre, pero la gente del pueblo y todo alrededor… La gente del pueblo vive esta fiesta con ilusión y es la primera que está indignada. Sin estos ritos, sin estas tradiciones, las bombas se extinguirían.

¿Por qué no se conforman ustedes con tirar petardos? Porque somos referente mundial. Un pueblo pequeñito como el nuestro ha suscrito un acuerdo de colaboración con Corea del Norte. Ningún pueblo de nuestro tamaño ha logrado la admiración del extranjero.

Corea del Norte y también Irán… Quieren importar nuestra tradición, igual que los japoneses con el flamenco.

El Consejo de Seguridad de la ONU presentó una queja formal. El Consejo de la ONU que se dé consejos a sí mismo. Aquí no se les ha perdido nada. O sí: que vengan un 8 de junio a vivir la fiesta de cerca. Yo me ofrezco a enseñarles el pueblo, a llevármelos de cañas y a pasearlos por la nave de Paco Camuñas, donde fabricamos las bombas.

Si prospera la prohibición de la fiesta, ¿qué medidas tomarán? Yo espero que hablando podamos llegar a un entente cordiale. La polémica de nuestras bombas de hidrógeno es una cortina de humo para tapar otros asuntos. Si no atienden a razones…

¿Qué harán? Puede que tengamos que compartir con el resto de España la fiesta de San Plutonio para que todo el mundo comprenda por qué no queremos que nos la quiten.

Está hablando de un bombardeo a gran escala. El párroco se ha ofrecido voluntario y a mí me parece bien. Haremos lo que haga falta porque nuestra fiesta es la bomba.

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