Confesiones y negocios de una ex del príncipe Enrique
Chelsy Davy habla de su relación con el nieto de Isabel II para promocionar su negocio de joyas
"Creo que con Enrique vamos a ser muy buenos amigos para siempre”, ha subrayado la antigua y más longeva novia del príncipe, Chelsy Davy, en sus primeras declaraciones sobre una relación que acabó ya hace seis años con cierto sabor agridulce. La pareja rompió en los términos más amistosos, pero la presión “enloquecida, amenazadora e insoportable” de los tabloides británicos forzó entonces a esta abogada de 30 años a regresar a su Zimbabue natal, según acaba de relatar ella misma, de nuevo instalada en Reino Unido para promocionar su flamante negocio de joyería. Por eso ha roto con su legendario silencio, aunque con el visto bueno de palacio.
Que Chelsy ha acabado siendo aceptada en el círculo real como una amiga entrañable y fiel al nieto de Isabel II quedó preclaro a raíz de la boda del hermano mayor del príncipe, Guillermo, hace cinco años, cuando el protocolo desafió las rígidas etiquetas invitando al gran evento a quien solo era “la ex” de Enrique. Esta misma semana, Chelsy Davy ha participado en el festival musical de Glastonbury junto a una de las hijas de los duques de York (Eugenia) y, en una sorpresa mayúscula, también acompañando a la última novia conocida y finalmente frustrada de Enrique, la aristócrata Cressida Bonas.
Ese paisaje endogámico que integra al círculo más íntimo de los jóvenes de la dinastía Windsor (antiguos compañeros de estudios, amigos, exnovias...) contribuirá con sus contactos a apuntalar la línea de joyas engarzadas con gemas de África que Chelsy acaba de presentar de la mano de una publicitada entrevista en el Sunday Times. Acompaña a la promoción el relato de quien se describe a sí misma como “una chica normal” que conoció al hijo menor del príncipe Carlos, heredero de la corona, en sus años de estudiante adolescente en Cheltenham y se reencontró con él en África, durante el periodo sabático que el príncipe se tomó entre la graduación universitaria y su ingreso en el Ejército británico.
La química con aquel chico considerado el nieto más díscolo de la monarca inglesa convenció a Chelsy de trasladarse a Reino Unido para completar su graduación como abogada en Leeds, y al tiempo estar más cerca de Enrique. Durante aquellos tiempos en que la pareja acaparaba titulares y los paparazis cazaban fotografías sobre sus arrumacos, rememorados ahora por Davy como “una experiencia dura y horrible”, la novia del príncipe acabó la carrrera y consiguió un lucrativo empleo en una firma de abogados. La prensa nacional, sin embargo, solo la retrataba como una party girl, abonando una imagen frívola que ella nunca intentó corregir. Lo cierto es que trabajaba largas horas en una firma de abogados de la City, para luego relajarse con su novio en los clubs más exclusivos de Londres.
Chelsy Davy tragó con esa imagen negativa, pero ahora se venga. Porque aquel círculo privilegiado que le exigió silencio sobre Enrique y su talante festivo es el mismo que ahora va a arropar a la nueva empresaria en su desembarco londinense. Chelsy ha estudiado gemología antes de presentar su línea de joyas, pero lo que acabará contando en su empresa son los contactos y Enrique de Inglaterra se los ha prometido.
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