El poder de los comedores escolares
Por Andrés Muñoz Rico, responsable de del Campo al Cole,yLaura Villadiego, cofundadora del proyecto Carro de Combate.Del Campo al Cole, Carro de Combate, junto a la productora La Nave Nodriza, han iniciado una campaña de financiación en Goteo para poder investigar el sector de los comedores escolares en España. Puedes apoyarles aquí.
Un terreno de juego para la solidaridad y la sostenibilidad. Foto: Noticias para municipios.
Cada acto de consumo que ejercemos como individuos tiene impactos sociales y medioambientales concretos que podemos analizar y cuantificar para estimar qué alternativas son más sostenibles y justas con el planeta en el que vivimos.
Esto sucede también con el consumo que viene sustentado por las administraciones públicas y que se financia con los impuestos que pagamos todos. La compra pública de bienes y servicios es un enorme motor de la economía que define en qué se destinan los recursos y qué sectores sociales se quiere priorizar. Los comedores escolares son un buen ejemplo de ello.
La alimentación escolar debe tener como finalidad que el alumnado que acude diariamente a los centros educativos tenga garantizada una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. Según datos del Ministerio de Educación, este servicio se suministra diariamente en España a 1.639.376 niños y niñas, el 40% del total del alumnado. El impacto de esta actividad es enorme en el conjunto de la infancia española y, por ello, la calidad alimentaria de los comedores escolares repercute directamente en el correcto desarrollo evolutivo y en el pleno disfrute del derecho a la educación de la infancia en España.
Si además tenemos en cuenta el contexto de crisis económica en el que nos encontramos, donde cerca de tres millones deniños y niñas viven en esta situación de riesgo de pobreza o exclusión(Save the Children de 2014) y en el que el gasto en alimentación en las familias ha descendido en un 4,9% durante la crisis(INE), vemos la vital importancia que tiene la alimentación escolar en muchas familias españolas.
Cabe preguntarse entonces cómo es la alimentación escolar en España. Pues sabemos por la lucha que están enfrentado numerosas Asociaciones de Padres y Madres en todo el Estado español que en muchos centros educativos la comida es insuficiente en cantidad y calidad. Muchos padres se quejan del abuso de los fritos, de las conservas y congelados en detrimento del producto fresco, local y de temporada. Del exceso de carbohidratos, de carnes y pescados de muy baja calidad. De la carencia de legumbres, verdura y fruta fresca.
A su vez, nos cuentan las familias que no pueden decidir sobre qué comida dar a sus hijos e hijas, ya que la administración pública ha establecido un modelo de gestión indirecta por parte de grandes empresas de restauración colectiva, que obstaculiza cualquier control de la comunidad escolar y que les garantiza pingües beneficios. Esta subcontratación impide que se realice un gasto mayor en la compra de alimentos de calidad y en la mejora de las condiciones laborales del personal que trabaja en las cocinas y comedores escolares.
La alimentación en los comedores escolares también tiene implicaciones medioambientales fundamentales. Decisiones como la procedencia de los alimentos o el sistema por el que son producidos – ecológico o industrial – puede multiplicar o reducir de forma importante su impacto. Poco sabemos sobre esto. Sin embargo, si atendemos a la tendencia general que se ha vivido en España, estos alimentos proceden cada vez de más lejos. Según VSF-Justicia Alimentaria Global, en los últimos años la importación de alimentos en el Estado español ha crecido de manera muy considerable.
Al año se destinan a los comedores escolares españoles unos 1.780 millones de euros, según estimaciones de VSF-Justicia Alimentaria Global. Son recursos que tienen un impacto fundamental en cuestiones tan importantes como la reducción de la pobreza infantil o de nuestra huella ecológica, y cuya gestión es de interés público. Para que se pueda hacer de manera eficiente, es importante tener datos sobre el sector que hoy en día es casi imposible encontrar. Recopilarlos, analizarlos y compararlos es clave para un asegurar un presente de calidad para los millones de menores que dependen de los comedores escolares para su alimentación diaria y, con ello, un mejor futuro para todos.
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