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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Supervisión fiable

No basta con regular capital y provisiones; es necesario examinar la calidad de los activos

Luis Linde, gobernador del Banco de España
Luis Linde, gobernador del Banco de EspañaEFE

La supervisión de los bancos es una pieza decisiva para evitar una nueva crisis bancaria en Europa. De ahí que el enfrentamiento entre los inspectores del Banco de España y las autoridades bancarias europeas a cuenta del Mecanismo Único de Supervisión (MUS) tenga un alcance muy superior al de un simple conflicto de intereses. Atañe a la concepción misma del concepto de supervisión y es relevante para evitar el riesgo de un nuevo episodio de crisis bancaria.

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Lo que está en discusión es el concepto mismo de supervisión. Para el BCE el control del sistema bancario se centra en establecer normas legales regulatorias con la idea de que los corsés legales impuestos mantendrán el estado actual de salud del capital bancario. Para los partidarios de la supervisión en sentido estricto, entre ellos los inspectores del Banco de España, la garantía de solvencia requiere que, además de normas estrictas, se aplique un análisis concreto y detallado de sus activos. No se trata de imponer leyes cuantificando el capital y las provisiones sino de vigilar con microscopio la tasa de morosidad. La regulación, por sí misma, no es garantía de que no habrá una recaída en la crisis. Ofrece una visión más global de los problemas pero no asegura la fiabilidad de los estados financieros. Y la fiabilidad en un periodo de crisis es crucial para el mercado. Sorprende que entidades que cumplen los parámetros regulatorios requieran de súbito operaciones de reforzamiento de la solvencia. Un examen a fondo de sus activos hubiera prevenido la sorpresa.

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Desde este punto de vista, los inspectores tienen razón. Pero el acierto en el diagnóstico no garantiza que las autoridades europeas vayan a reconsiderar el modelo regulatorio. Para Fráncfort, la macrorregulación ha sustituido a la investigación inspectora y no hay vuelta atrás. Ocasiona menos conflictos con las entidades y permite la tranquilidad ficticia conseguida con disposiciones legales.

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