El sexo, el tabú del autismo
La afectividad de las personas con un Trastorno del Espectro Autista, que representan el 1% de la población, está rodeada de mitos y temores
No beses ni toques sin permiso; si te pide tiempo quizá te está diciendo que no quiere estar contigo; el sexo no siempre se hace con amor; tu cuerpo te pertenece y tú decides quién, cuándo y cómo accede a este; hay cosas que se hacen solo en la intimidad. Son instrucciones para relacionarse, el paso a paso que se les da en sesiones sobre sexualidad y afectividad a las personas con un Trastorno del Espectro Autista (TEA) que ofrecen los profesionales. Las frases hechas, con el doble sentido pueden confundir a algunas personas con esta condición neurológica, por eso el material didáctico y gráfico es parte de las explicaciones que los expertos de las entidades que trabajan en este tema dan a las personas con autismo.
La prevalencia del autismo a nivel mundial es de alrededor del 1% de la población, según información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) del Gobierno de Estados Unidos. Aunque en España no existe un censo de las personas con un TEA, desde hace tres décadas la prevalencia de personas con un trastorno de este tipo en el país ha pasado de una de cada 5.000 personas a una de cada 100, de acuerdo con la Condeferación Autismo España. Y en Estados Unidos uno de cada 68 niños tiene un TEA, según información de los CDC. A pesar del incremento exponencial en la detección de esta condición neurológica aún existe poco conocimiento y educación sobre las diferencias en la forma de percibir y sentir el mundo de las personas con un TEA y el resto de la población. “El autismo es un gran desconocido y hay que normalizarlo”, dice Marta Rodríguez sobre su experiencia con su hijo que fue diagnosticado con dos años y tres meses.
Temas como la sexualidad y afectividad de las personas con un TEA han tomado relevancia en las entidades que trabajan con personas con autismo por este incremento exponencial en la detección de nuevos casos. Natalia Rubio, psicóloga, sexóloga y presidenta de la Asociación Sexualidad y Discapacidad, dice que entre estas organizaciones cada vez se integran más talleres de educación sexual dentro de los programas de atención integral que se ofrecen a estas personas.
Educación sexual para autistas
Además del despertar sexual de cualquier adolescente, las personas con autismo tienen que confrontarse con la interpretación de los códigos de comportamiento sociales, los dobles sentidos y otros gestos de la comunicación interpersonal que el resto de la población asume de manera natural. "Cuando llegan los 12 años las niñas y los niños saben que a un igual no se le da beso en la boca, sin embargo, nuestros niños [autistas] no: ellos dan besos en la boca a sus iguales de su sexo y del otro y eso socialmente está muy mal visto", dice Marta Rodríguez, gerente de la Fundación GATEA y madre de un adolescente con autismo.
La educación sexual para las personas con un TEA tiene que ser explícita y gráfica, Rubio muestra como con materiales didácticos les explica a personas con autismo aspectos muy específicos sobre su intimidad: cómo, cuándo y dónde pueden disfrutar abiertamente de sus cuerpos. “Que chicos y chicas con autismo aprendan que su cuerpo les pertenece, que a ese cuerpo desnudo podrán acceder determinadas personas en momentos muy concretos”, menciona Rubio.
“La afectividad es una dimensión especialmente compleja para las personas con un TEA, porque requiere poner en marcha unas competencias sociales que son la base de la alteración en estos trastornos [neurológicos]”, dice Ruth Vidriales, responsable de asesoramiento técnico de la Condeferación Autismo España, que agrupa 75 organizaciones en todo el país.
Para Rodríguez todo consiste en explicar a las personas con un TEA las normas que la sociedad ha inventado para las relaciones interpersonales y que ellos no saben interpretar solos, un trabajo en el que, a su parecer, debe educarse también a la sociedad y a los familiares de personas con un TEA.
Uno de los temores de los padres de personas con autismo es la vulnerabilidad que tienen sus hijos ante un posible abuso, por ello algunos de estos ven con temor el despertar sexual de sus hijos. “Algunas personas ven a la gente con autismo como eternos niños, con independencia de la edad que tienen. Para ellos son eternos ángeles, asexuados”, dice Rubio.
Uno de los principales prejuicios sobre las personas con autismo es que son felices cuando están solos, cuando en muchos de los casos esto no se ajusta a la realidad: “Son niños, adolescentes y adultos que les gusta estar con los demás, ocurre que como no tienen la habilidad para estar contigo pues se van retrayendo”, dice Rodríguez.
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