La actriz iraní Taraneh Alidoosti denostada por un tatuaje

La llaman la Natalie Portman de Irán por su estilo y éxito profesional. Durante dos años consecutivos, Taraneh Alidoosti ha sido votada como la mejor actriz de la década en sendas votaciones de críticos de cine iraníes. Sus originales tocados le han permitido pisar la alfombra roja internacional con elegancia y salvando las normas de vestimenta que la República Islámica impone a sus mujeres. Hasta que esta semana, al regreso de Cannes, una foto ha revelado un tatuaje en su antebrazo y los ultras se le han echado encima acusándola de “feminista”, un término que para ellos tiene connotaciones negativas.

Alidoosti participaba en una conferencia de prensa en Teherán junto a Asghar Farhadi y Shahab Hosseini, director y protagonista masculino de la doblemente premiada Forushande (El viajante), cuando, al tratar de acercar el micrófono, su manga izquierda se deslizó dejando ver un puño alzado tatuado en su piel.

Ese símbolo asociado con el poder femenino fue demasiado para los iraníes más conservadores que enseguida se lanzaron a despellejar a la actriz en las redes sociales. En su interpretación, llevarlo significa apoyar el derecho al aborto y estar en contra de la familia. No se pararon en considerar que Alidoosti, de 32 años, está casada y tiene una hija. Sus fans contraatacaron enseguida, pero la polémica estaba servida.

“Mantengan la calma, sí, soy una feminista”, trató de zanjar la actriz en su cuenta Twitter, con un mensaje en inglés y una imagen sobre la que puede leerse “Feminista: una persona que cree en la igualdad social, política y económica de los sexos”. En otro tuit, adjunta una explicación de lo que significa el “puño feminista”.

Sin embargo, la actriz se remite a su privacidad para eludir confirmar si tiene o no ese tatuaje sobre su piel como parece revelar la foto tomada durante la conferencia de prensa. Sus mensajes han generado decenas de retuits y miles de “me gusta”, pero también comentarios inquietantes como el que dice “Mantén la calma y estarás en Evin mañana”, en alusión a la ominosa prisión de Teherán donde van a parar muchos de los activistas de derechos, blogueros y artistas que sobrepasan los estrechos límites morales del país.

No es ninguna broma. El mes pasado, las autoridades judiciales informaron de la detención de varias modelos por “violar la normativa islámica” y aparecer sin pañuelo en las redes sociales. También advertían de que la ciberpolicía vigila Internet. Desde el avance electoral de la alianza de moderados y reformistas en los comicios parlamentarios del pasado febrero, los sectores más inmovilistas del régimen iraní han reforzado los gestos de control social, en lo que parece una advertencia a la población de que no van a ceder poder.

El movimiento por los derechos de la mujer, que ha logrado importantes avances legales como la igualdad en la indemnización de los seguros, pasó prácticamente a la clandestinidad tras las protestas postelectorales de 2009. La represión desatada sirvió de cobertura a los ultras para enviar a la cárcel a la mayoría de las activistas.