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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Salmond guía a Puigdemont

El ex primer ministro escocés recomienda al presidente de la Generalitat respetar las leyes para afrontar el conflicto catalán

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la reunión con el exprimer ministro de Escocia, Alex Salmond.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la reunión con el exprimer ministro de Escocia, Alex Salmond. JORDI BEDMAR

En su segunda salida al extranjero para recabar apoyos para la causa independentista catalana, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha podido comprobar la poca simpatía que despierta —incluso entre quienes defienden opciones separatistas— una hoja de ruta que plantea la declaración unilateral de independencia. En un debate con el ex primer ministro de Escocia Alex Salmond organizado en Londres por la cadena SER, el consejo que recibió Puigdemont del principal impulsor del referéndum de independencia celebrado en Escocia fue que si quiere lograr comprensión y apoyo internacional, la vía debe ser el acuerdo y el consenso.

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Con su habitual victimismo, Puigdemont echó la culpa de la falta de diálogo al Gobierno, pero mientras proclama que está abierto a negociar, el Gobierno que preside sigue adelante con una hoja de ruta que propone una desconexión al margen de la ley. Que este camino no conduce a ninguna parte comienza a ser evidente para muchos de los que han apoyado el planteamiento soberanista.

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Cada país debe encontrar una vía propia para resolver sus asuntos, pero dentro de la democracia, dijo Salmond. Y democracia significa, en primer lugar, respeto a la ley. La vía escocesa, como recordó el ex primer ministro a su interlocutor, se tomó todo el tiempo que consideró necesario: primero, para tratar de convencer a la mayoría de los escoceses; luego, para intentar convencer al Gobierno británico. Todo ello en el marco, siempre, de la más exquisita legalidad.

Cataluña no es una colonia oprimida, como pretende hacer creer —sin ruborizarse— el soberanismo en su relato exterior; de hecho, goza de mucha más autonomía, y desde hace más tiempo, que Escocia. En una democracia, los procedimientos son fundamentales. Es algo que sin duda saben las cancillerías europeas y los centros que crean opinión.

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