Cómo mejorar la imagen de unas elecciones legislativas
Rusia elegirá nuevo Parlamento tratando de evitar las masivas protestas por irregularidades
Rusia celebrará elecciones parlamentarias el próximo 18 de septiembre y los dirigentes del Estado quisieran trasmitir a la ciudadanía la impresión de que esta vez los comicios serán más limpios que en diciembre de 2011. Las numerosas irregularidades detectadas entonces por observadores independientes, tanto rusos como internacionales, provocaron masivas protestas callejeras que llegaron a inquietar al Kremlin.
Solo la práctica de la campaña electoral —desde el registro de candidatos hasta el recuento de votos— permitirá juzgar sobre las intenciones de la Administración del presidente Vladímir Putin. Sin embargo, como mensaje positivo puede interpretarse la reciente llegada de Ella Pamfílova a la presidencia de la Comisión Electoral Central, en sustitución del desacreditado Vladímir Chúrov.
Pamfílova ejercía como defensora de Derechos Humanos de Rusia y, tanto en este cargo como en otros a lo largo de su dilatada carrera política ha sabido mantener su reputación de persona honesta, que sabe trabajar por los intereses de la ciudadanía en ambientes complicados y bizantinos. Al aceptar el papel de garante de unas elecciones límpias, Pamfílova somete su prestigio a una seria prueba, porque no todo ni mucho menos depende de ella. La alta funcionaria ya ha anunciado que espera ampliar la observación internacional de los comicios y, para indicar que va en serio, impugnó en abril unas elecciones locales en un distrito de Moscú, sobre las que se habían quejado fuerzas tan distintas como el Partido Comunista y seguidores del luchador contra la corrupción Navalni.
Los especialistas en tecnologías electorales se muestran escépticos sobre las posibilidades de Pamfílova. No obstante, confían en la aparición de un grupo testimonial de diputados críticos que dinamice algo la cámara, integrada ahora por cuatro formaciones que acatan las directrices del Kremlin. El ingreso (o reingreso) en la Duma de algunos tribunos contestatarios puede mejorar la imagen del legislativo y también elevar el nivel del degradado debate parlamentario. Y eso, sin que el Kremlin pierda el control.
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