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CLAVES
Columna
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El rincón del PSOE

En lugar de maximizar el poder de sus escaños, los socialistas decidieron tres vetos paralizantes

Pedro Sánchez y Susana Díaz, durante la última Feria de Abril.
Pedro Sánchez y Susana Díaz, durante la última Feria de Abril.MARCELO DEL POZO (REUTERS)

Décadas de observaciones sobre el funcionamiento de los parlamentos han concluido que no importan tanto los escaños que tenga un grupo político como dónde estén situados. Mientras que los escaños situados en el centro del espectro político pueden emplearse para construir coaliciones hacia ambos lados, los partidos que estén en los extremos solo pueden moverse en una dirección para buscar socios.

La ciencia política también nos dice que no tiene más poder quien tiene muchos escaños, sino quien tiene el último escaño, es decir, aquel que convierte una coalición ganadora en perdedora, y viceversa. Imaginemos el caso extremo de que las elecciones del 26 de junio dieran 174 escaños al Partido Popular, 174 a Podemos, uno al PSOE y uno a Ciudadanos. Claramente, el poder negociador de Sánchez y Rivera sería muy superior al que en principio les proporcionarían esos dos escaños, pues podrían no solo decidir quién gobierna sino derribar ese Gobierno en cualquier momento posterior.

Todo esto viene a cuenta de la absurda debilidad que se ha autoinfligido el PSOE desde el 20-D y que, a tenor de las declaraciones de Pedro Sánchez y Susana Díaz, parece dispuesto a repetir. Porque aunque sea cierto que el 20% de los votos logrados por el PSOE son el peor resultado de su historia, sus 90 escaños estaban inmejorablemente situados para facilitarle el acceso al Gobierno. Mientras que el PP no tenía opción de Gobierno a pesar de haber ganado las elecciones, el PSOE tenía dos: podía haber liderado un Gobierno con Podemos y los nacionalistas o facilitado una gran coalición con el PP y Ciudadanos. Pero en lugar de maximizar el poder de sus escaños, el PSOE decidió imponerse tres vetos paralizantes: no facilitar la investidura del PP, no gobernar con Podemos y no aceptar los votos de los nacionalistas. Yéndose al rincón de los vetos, el PSOE despreció la posibilidad de utilizar estratégicamente un mal resultado para llegar al Gobierno. Otra vez, el PSOE apela al voto útil, pero si sigue arrinconándose se convertirá en un partido tan inútil como el PP de Rajoy, que no puede convertir sus votos en Gobierno. @jitorreblanca

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