La familia según Adriá Cañameras

La familia… ese ente sin principio ni final, que nos hace y nos deshace, que determina nuestra existencia, que nos marca inevitablemente. Como institución sobre la que descansan nuestras sociedades, la familia ha hecho correr ríos de tinta y ha ocupado incontables horas de grabación, miles de millones de fotografías. Moviola de nuestras propias narraciones, la familia sigue (y seguirá) siendo un tema central en la producción artística.

En los países mediterráneos –también en algunos de América Latina–, en concreto, manejamos un concepto de familia concreto: la gran familia. Esa que, durante los meses de verano, ocupa una casa colectiva y alejada de la ciudad. En la que abundas las comidas copiosas y bien regadas por el vino y la cerveza. Comidas que se estiran y derivan en siestas colectivas. En las que hay guerras de globos de agua y carreras por el borde de la piscina que se encargan de limpiar las plantas de los pies negras de caminar descalzos desde primera hora. También hay cenas bajo las estrellas y en compañía de mosquitos, arañas y otros insectos, y dedos arrugados de estar en el agua. Y Cola Cao para merendar y Cola Cao después de cenar y Cola Cao para desayunar.

Ese es el tipo de familia que recoge el libro Oui oui la famille, el tercero del fotógrafo catalán Adrià Cañamera y el primero editado por Superávit, un colectivo mitad espacio de exposiciones, mitad editorial, ubicado en el estudio de fotografía Q17 (Quintiliano, 17 - Madrid). Con el alemán Wolfgang Tillmans como referente, Cañamera, que fue pastelero antes que fotógrafo, se reconoce como un fotógrafo artístico al que le costaría adaptarse a las restricciones que impone disparar una campaña.

Polaroids para el recuerdo

El libro –un cuidadísimo objeto de edición limitada a 500 ejemplares– está dividido en dos partes. La primera de ellas muestras las polaroids tomadas por Adrià a los seis años (1994 -1995), según el mismo, sus mejores fotos hasta la fecha. La segunda parte se compone de instantáneas de Cañamera a su familia realizadas entre 2005 (año en el que comenzó a dedicarse profesionalmente a la fotografía) y 2015, “Una década de fotografías que explican la relación con mi familia, muy grande y muy unida”, describe con la timidez propia de quien prefiere dejar hablar a su trabajo.

Manuel Mourentan, responsable del diseño, confiesa que han dejado mucho material fuera: “Escogimos las fotografías que mejor representaran su espíritu y su relación con su gente”. Un clan al que Mourentan describe como “dispar y único. No son una familia común, tienen un espíritu artístico y abierto que ha propiciado el punto de vista, también único, de Adrià”.

Algunas de las fotografías que aparecen en el libro estarán expuestas en el espacio de Superávit, recién inaugurado, durante un par de meses. La idea de montar una galería contigua al estudio que, con cada exposición, editase un libro llevaba un tiempo rondando la cabeza de los responsables de Q17. Conocer a Adrià, recién llegado a Madrid desde Barcelona, fue el detonante. “El objetivo es continuar, y publicar y exponer el trabajo de cinco fotógrafos diferentes con sus respectivas visiones de la familia”, explican.