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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

En manos de Fujimori

Perú decidirá en la segunda vuelta si se inclina por el regreso del autoritarismo populista o por la derecha liberal de Kuczynski

Keiko Fujimori, durante la campaña electoral.
Keiko Fujimori, durante la campaña electoral.GUADALUPE PARDO (REUTERS)

Habrá que esperar a la segunda vuelta de las elecciones para conocer quién gobernará en Perú, pero los mercados saludaron con una subida de la Bolsa de más del 10% que fueran dos candidatos de derecha los que vayan a batirse el próximo 5 de junio. Así que no están tanto en juego las líneas maestras del modelo económico como los estilos y programas de los dos candidatos que han quedado mejor situados: Keiko Fujimori (Fuerza Popular), con casi un 40% de los votos, y Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio), que rozó el 24%.

No es una cuestión baladí: las maneras que ha exhibido la hija del expresidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años por delitos de corrupción y lesa humanidad, están enraizadas en las viejas maneras del clásico populismo latinoamericano de derechas: liderazgo carismático, mano dura con la delincuencia, desprecio a las élites, políticas asistenciales. Kuczynski, que fue primer ministro con el Gobierno de Alejandro Toledo, tiene un perfil más ortodoxo y sus políticas están orientadas sobre todo a liberalizar los mercados y reforzar el crecimiento.

A Keiko Fujimori puede ayudarla el trabajo que lleva haciendo desde que perdió las anteriores elecciones ante Ollanta Humala. Ha recorrido el país y ha logrado construir un partido que tiene presencia en todas partes. La implantación popular del PPK es en cambio muy frágil. Será decisiva la fuerte corriente transversal que reniega de los desmanes que se produjeron durante el Gobierno de Fujimori, incluido su autogolpe de 1992. En sus manos está mantener al país lejos de esa época oscura.

Pero todo está abierto, y Perú se juega el regreso al peor autoritarismo populista que está reñido con esa modernidad que necesita para sostener y ampliar su crecimiento. Los buenos resultados del Frente Amplio de Verónika Mendoza permiten augurar una reconstrucción de la izquierda, hasta ahora muy desdibujada.

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