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¿Preparados para una noche fuera?

Caso del padre de un niño que está (o no) a las puertas de una excursión o campamento de esos que implican estar algún día fuera

Javier Salvatierra

Doy paso a una duda existencial que me ha llegado de no voy a decir quién. Es el padre de un niño que está (o no) a las puertas de una excursión / campamento / colonia de esas que implican pasar una noche fuera de casa. El niño tiene cinco años. Aunque la cosa tiene más pinta de sí que de no, la pareja difiere. Él está más o menos a favor. Ella, más o menos en contra. El niño, más o menos en plan “os desheredo de mi cariño si no me dejáis”. Ahí va.

"— Papi, nos vamos a ir de excursión y voy a dormir con mis amigos.

— ¿Cómo?—. Me hice el loco, como si no supiera nada. En realidad, ya tenía noticias de que el colegio planeaba una salida que incluía una noche fuera. El tema ya había dado motivo a una conversación con mi mujer, menos predispuesta aún que yo.

— Sí, que nos vamos de excursión con el cole y voy a dormir con mis amigos.

— Eh, eh, eh. Para el carro. Lo de que te vas a dormir fuera está por ver. Mira, mamá y papá tienen que verlo, porque pensamos que eres muy pequeño. Ya veremos.

Silencio. No hubo protestas, pero se adivinaba un puntito de decepción, de temor a que la cosa se quedase en un no. No me pasó desapercibido.

Yo había ido a colonias de pequeño y la experiencia me pareció fascinante. Pocos recuerdos tengo tan buenos. Fueron 15 días, pero tenía nueve años. La discusión con mi mujer, evidentemente, tenía todo que ver con la edad, sin otras consideraciones como la seguridad, que dábamos por hecha, o la vertiente educativa –vemos el asunto como una experiencia más, positiva en principio, siempre que apetezca al peque y no se tuerza por algún motivo-. Sostenía ella que es demasiado pequeño para una excursión de ese tipo, así que se inclinaba por no dejarle ir. En realidad, sobre este tema yo también tenía mis dudas, pero me podía el buen recuerdo de mi experiencia, así que yo era más partidario.

Surgió también el tema de posibles miedos una vez que se apagase la luz del barracón donde iban a dormir los chicos. Porque esa es otra. Pese a que el nuestro hace mucho que no se despierta con miedo o pesadillas y no se viene a nuestra cama más que por vicio, no descartaba tampoco que él, u otro cualquiera, rompiera la noche en gritos o la pasara en vela en brazos de una monitora porque el coco se había aparecido con una azada.

En el colegio nos tranquilizaron bastante con una reunión informativa en la que con pelos y señales nos contaron el programa de actividades y nos pidieron armar una maleta con todo tipo de enseres que hicieran cómoda e higiénica la estancia, incluyendo una linterna. Y además, la granja está en Madrid, a media hora en coche de casa en caso de emergencia.

En fin, que creemos que irá. Pero seguimos preguntándonos si con esa tierna edad está bien que te pongan en el brete".

La verdad es que el tema es peliagudo y yo mismo he tenido la discusión sobre una excursión de ese tipo a tan tierna edad. Así que he recurrido al argumento de autoridad y he consultado con las autoridades: mis compañeras de De Mamas & De Papas Clara Blanchar, Cecilia Jan y Ana Pantaleoni.

Clara me cuenta que sus hijas han salido de excursión con noche incluida todos los años desde que tenían tres, que ahora en primaria la tasa sube a dos noches en primero y segundo y que a partir de tercero la cosa se pone en cinco días, de lunes a viernes. Además de que tiene este verano una excursión en proyecto de ocho días. Deduzco, por tanto, que Clara está a favor de estas salidas. Me sirve también para llegar a esta conclusión que me escriba que a ella no le da "ningún reparo", entre otras cosas porque ella misma ha ido "de colonias muchos días desde bien pequeña". Sin embargo, alguien le ha hecho saltar una alarmita cuando le ha comentado que "hay chavales que lo pasan muy mal, y no siempre lo dicen, lo que da que pensar".

Por su parte, Cecilia dice que cree que dejaría a su hijo de cinco años “si al niño le apetece y va toda la clase”, aunque con cierto “resquemor”. Apunta además una cosa en la que no había caído. ¿Qué pasa si alguno de los excursionistas aún lleva pañal de noche? Como dice Cecilia, “habría que gestionar posibles complejos” si ese pañal tardío se enfrenta a la vista de todos los amiguitos del cole.

Como ella es muy curiosa, resulta que se ha leído, además, el libro Cómo ser una mamá cruasán, en el que Pamela Druckerman, estadounidense, se maravilla de lo educados que son los niños franceses y de sus costumbres, entre ellas la de mandarlos de excursión una semana a partir de 5 ó 6 años.

Por último, Ana, también de Barcelona, no debe tener inconveniente a las noches fuera, porque la suya mayor, de seis, ha estado recientemente tres noches con sus compañeros del cole. E introduce el factor “alteración de la rutina”. No la de la niña, sino la de los que se quedan, en este caso el pequeño, que ha perdido a su referente en las horas de oscuridad. Dice que el hermano, de tres años, está “consternado porque ha visto “cómo su hermana y protectora, sobre todo por la noche, ha desaparecido”. Ana, como Clara, puntualiza que todos los años van al mismo sitio de colonias, lo que redundará tanto en la tranquilidad de los padres como la de los hijos.

¿Tendrán algo que ver las costumbres locales en el tema de las salidas? Ana y Clara me explican que en Cataluña es habitual, como parece serlo en Francia. A Cecilia y a mí, que vivimos en Madrid, nos extraña más.

No sé cómo lo veis vosotros. Igual muchos vivís en otras comunidades o en otros países y allí el asunto se trata de otra manera. Os invito a contárnoslo, en los comentarios o con nuestro perfil de Twitter, que tengo un padre con una duda existencial que le reconcome.

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