Zouhoura prende la chispa en Chad
Manifestantes en Yamena el pasado 15 de febrero.
Se llama Zara Mahamat Yesko, aunque todos la conocen como Zouhoura, tiene 16 años y vive en Yamena, la capital de Chad. El pasado 8 de febrero, cinco jóvenes la raptaron, la llevaron hasta un lugar desconocido, la desnudaron y le tomaron fotos hecha un mar de lágrimas, imágenes que luego subieron a las redes sociales. Esta agresión sexual humillante podía haber pasado desapercibida para el mundo e incluso haber sido tapada con un manto de silencio de no ser por la identidad de los agresores, uno de ellos hijo del ministro de Asuntos Exteriores y otro tres de generales del Ejército, la identidad de la propia víctima, hija del opositor político Mahamat Yesko, y por la reacción de una población cansada de los abusos de un régimen que lleva 25 años en el poder. Desde entonces varias manifestaciones reprimidas con la habitual violencia que han provocado ya dos muertos y una exitosa jornada de huelga general han puesto al país patas arriba a solo dos meses de las elecciones presidenciales, obligando al jefe de Estado, Idriss Déby, a salir de su habitual mutismo y condenar los hechos, asegurando que perseguiría judicialmente a los presuntos culpables.
Nada más llegar a su casa, la joven se lo contó a sus padres, que alertaron a la policía de lo sucedido. Los jóvenes habían amenazado a Zouhoura con subir las imágenes a las redes sociales si se lo contaba a alguien, lo que ocurrió finalmente el 13 de febrero. Entonces, la indignación corrió como la pólvora. El lunes 15, cientos de compañeros de instituto de Zouhoura así como otros jóvenes se concentraron delante de su casa y marcharon hacia el Palacio de Justicia, reclamando una reparación para la joven y la detención y condena de los cinco chicos, todos ellos hijos de la élite chadiana próxima a Déby. La manifestación generó una inmediata reacción de las fuerzas del orden que usaron gases lacrimógenos y fuego real para dispersar a la masa. Tras una mañana de carreras y escaramuzas por la ciudad de Yamena un joven, Abbachou Hassan Ousmane, falleció a consecuencia de un disparo.
El presidente del país, Idriss Déby, preocupado por la dimensión que estaban tomando los acontecimientos, no tardó demasiado en salir a la palestra y lo hizo a través de su cuenta de Facebook. “Es como padre de familia que reacciono a este acto bárbaro, innoble e incalificable. Lo condeno con firmeza y aseguro a todas las chicas, a todas las madres, a todos los jóvenes, en definitiva a todos los chadianos, que se hará justicia y que esto no se repetirá nunca más. Comprendo vuestro dolor y lo comparto con vosotros”, dijo Déby. La maquinaria del Estado se ponía en marcha para tratar de frenar una contestación que iba en aumento.
El martes 16 de febrero, sin que ninguna denuncia fuera interpuesta, el fiscal general del Tribunal de Apelación de Yamena, Bruno Mahouli Louapambe, anunciaba la apertura de una investigación judicial que había llevado a la detención de cinco jóvenes que han sido trasladados a la prisión de Koro Toro, en el norte del país, y a la búsqueda de otros cuatro sospechosos. Entre los detenidos no se encuentra el hijo del ministro. Asimismo, durante una intervención ante la prensa, el fiscal confirmaba la muerte de un joven durante la manifestación del día anterior y anunciaba la detención y la puesta a disposición a judicial de los agentes implicados en este fallecimiento. Las órdenes llegadas desde lo más alto del Estado eran claras, había que mostrar toda la firmeza posible para tratar de calmar los ánimos. Pero las cosas han seguido otros derroteros.
Idriss Déby, presidente de Chad desde 1990. / AFP
A medida que la noticia se iba extendiendo, numerosas manifestaciones improvisadas se celebraron en otras ciudades del país, encontrando siempre la misma respuesta violenta por parte de la Policía y la Gendarmería. El lunes 22 de febrero, los jóvenes estudiantes de Faya Largeau, capital del norte, se echaron a la calle en una protesta que concluyó con un muerto y cinco heridos, todos ellos provocados por balas disparadas por los militares. La cosa iba pintando cada vez más fea para el régimen y las reivindicaciones políticas no tardaron en aparecer.
Desde hace meses, distintos grupos de la sociedad civil chadiana se han venido organizando en una plataforma denominada Ça suffit, trop c’est trop, nacida bajo la inspiración de otras organizaciones africanas como Y’en a marre en Senegal, Balai Citoyen en Burkina Faso o Filimbi en la República Democrática del Congo. Ya en 2015, Céline Narmadji, coordinadora de Trop c’est trop denunciaba en una entrevista “la impunidad con la que se mueven los miembros del régimen, la Justicia en Chad no es igual para todos”. Narmadji, presidenta de una asociación de mujeres, no ocultaba el objetivo de la plataforma de cara a este 2016, impedir que el actual presidente se presentara a los comicios y provocar una alternancia política.
Cartel con las fotos de Zouhoura y Abbachou.
El pasado miércoles 24 de febrero, esta plataforma que también integra a sindicatos y asociaciones de Derechos Humanos convocaba una jornada de huelga general en la que invitaba a toda la población a permanecer en sus casas. Impulsados por la ola de protestas que ha sacudido al país tras los abusos sufridos por Zouhoura y la brutal respuesta policial que ha ofrecido el régimen, la consigna iba mucho más allá y exigía que Idriss Déby renunciara a su intención de presentarse a las próximas elecciones presidenciales que tendrán lugar el mes de abril. Ha sido el comienzo de una movilización social larvada desde hace meses.
La mejor muestra del hartazgo que se extiende desde hace años por Chad y que ha explotado públicamente tras la humillación sufrida por Zouhoura es que las calles de Yamena, pero también las de Moundou, Faya Largeau, Sarh o Abeché, se convirtieron en un desierto el 24 de febrero. La protesta organizada por Ça suffit fue un éxito rotundo y el mensaje ha llegado alto y claro al establishment de un régimen autocrático que da muestras de agotamiento pero que se mantiene gracias a una mezcla de mano dura y férreo control en el interior combinados con un gran apoyo exterior, procedente fundamentalmente de Francia que cuenta con Déby como uno de sus mejores y más estratégicos aliados frente a la extensión del yihadismo en África. No en vano, Yamena alberga la sede del destacamento principal de la Operación Barkhane y de la Fuerza Multinacional contra Boko Haram y Chad es la potencia militar emergente en la región.
Integrantes del Ejército chadiano, uno de los mejor armados de África central./ AFP
No es casualidad que toda esta agitación se produzca en este momento, a menos de dos meses de las elecciones presidenciales. Después de 25 años en el poder, al que llegó tras protagonizar una rebelión contra su antecesor Hissène Habré, Idriss Déby ya ha anunciado su candidatura y en un ejercicio de increíble cinismo político su intención de reducir a dos el número máximo de mandatos permitidos por la Constitución. Chad, que ha visto incrementarse de manera notable sus ingresos gracias a los dividendos del petróleo, sigue ocupando los últimos puestos en la lista de países más pobres del mundo. Y es que buena parte de estos fondos han ido a parar a dotar al Ejército y, de manera muy especial, a la Guardia Presidencial dominada por la etnia zaghawa y por miembros de la familia del jefe de Estado.
Según Cecile Narmadji y otros miembros de Trop c’est trop, incluso en el seno del Ejército existe malestar por la discriminación que sufren los miembros de otras etnias. Y es precisamente de ahí de donde podría venir algún sobresalto, ya que por ahora la oposición no ha dado muestras de ser capaz de galvanizar a los chadianos ni el poder ninguna intención de permitir una sorpresa por la vía de las urnas. “Los abusos sufridos por Zouhoura son la gota que colma el vaso, el problema aquí es la impunidad, el saqueo de los recursos nacionales, la injusticia social”, ha dicho Narmadji en una entrevista concedida a Jeune Afrique.
La presión sobre Déby para que retire su candidatura no ha hecho más que empezar y algunos partidos de la oposición se plantean seriamente la opción del boicot si finalmente el actual presidente concurre a las urnas. De aquí al 10 de abril, fecha prevista para los comicios, habrá que estar atentos a lo que ocurra en Chad, un país clave en la geopolítica de África central, rodeado de conflictos y que cada vez se parece más a una olla a presión a punto de estallar.
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