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Tentaciones

En estos supermercados podrás escuchar música sin desesperarte

Todos conocemos los hilos musicales de las grandes superficies. Un cementerio de grandes éxitos de hace veinte años. Pero todavía hay esperanza para hacer al compra

Fotograma de 'Reality bites' (1996) en el que bailan 'My sharona', de The Knack.
Fotograma de 'Reality bites' (1996) en el que bailan 'My sharona', de The Knack.

Un día cualquiera, entre semana, a eso de las 11:00 salgo de casa con una misión clara: averiguar en qué supermercado ponen el mejor musicón. Sé que no va a ser fácil ni, posiblemente, agradable. Todos conocemos las selecciones de los hilos musicales de las grandes superficies. Un cementerio de grandes éxitos de hace veinte años que te obliga a llevar tus propios cascos cada vez que te toca hacer la compra. Pero guardo dentro de mí una pequeña esperanza. ¿Y si otra música es posible? ¿Y si hay algún reducto interesante entre tanto jingle comercial?

Me dispongo a realizar este trabajo de campo en una ciudad de tamaño medio, donde poder acudir a varias cadenas sin necesidad de invertir un día entero –o gastarme una fortuna en transporte público-, y con la firme voluntad de no comprar nada en ninguno de los establecimientos.

Comienzo la ruta en Carrefour, un clásico de las grandes superficies, y de la peor manera posible. Tal como entro en el establecimiento, suena la canción promocional de Ocho apellidos vascos. Sí, la amena musiquilla que ilustraba el trailer que vimos trescientas veces y que tuvimos que volver a sufrir con cada uno de sus lanzamientos, en DVD, en televisión y en lo que haga falta. Paseo haciendo tiempo entre las ofertas y los lácteos y el ritmo cambia a Lo noto, de los Hombres G con Miguel Bosé.

¿No se supone que la música debe animar a la gente a comprar? ¿Qué efecto produce una balada lastimera? ¿Que llenes el carro de pañuelos de papel? Algo me dice que tengo que salir de aquí. La cosa no va a mejorar.

Recorro un par de calles y me encuentro con un Más y más un tanto desangelado. Me recibe una voz familiar, un tono difícil de olvidar para los que nos criamos con aquella primera edición de Operación triunfo. Sí, Chenoa, la estrella absoluta de los hilos musicales de los supermercados, cantando Siete pétalos.

Una tema que nadie recuerda -salvo sus fans, imagino- pero que sigue sonando entre lechugas y tomates a granel. A la exnovia de Bisbal le sigue Simple Plan con Welcome to my life, una canción que sonó sin parar en radios allá por 2004. Contando que Chenoa lanzó su single también en 2003, queda claro que en el supermercado Más y más llevan más de 10 años poniendo el mismo CD. O que solo les gustan las canciones ya con cierto toque vintage. En 2026 sonará el Hello de Adele.

En mi cuidadosa planificación para conseguir el máximo número de cadenas acabo en un Dialprix. La música suena tan bajita que, por un instante, creo que no hay –o que la tarareo yo en mi cabeza–. Busco el punto del supermercado con mejor acústica, bajo la atenta mirada del guarda de seguridad, y descubro que es Pablo Alborán. ¿Es esto una mejora significativa en lo que llevo de ruta? Desgraciadamente, sí. Ahora, dudo que nadie de los presentes sea capaz de escuchar nada. Tal vez es una estrategia comercial innovadora. Tal vez el responsable de la tienda está harto de escuchar siempre lo mismo y ya no sabe qué hacer para no sufrir.

Entro en El Corte Inglés y me dirijo rápidamente al supermercado. Suena, y no crean que me lo invento, Santa Claus is coming to town. Un mes después de Navidad siguen los turrones de oferta y los villancicos en el hilo musical. No doy crédito. Termina la pesadilla y comienza LeAnn Rimes cantando And it feels like, un baladón ideal para comprar productos exclusivos y codearse con las celebrities que pueblan la élite de los supermercados españoles. Temo el momento en que comience a sonar Céline Dion y tenga que huir mientras entona la banda sonora de Titanic. Por cierto, la balada es de 2006. Rabiosa actualidad.

Evito los supermercados donde no hay hilo musical, como Lidl, Aldi o Día; parece que buscan ahorrar todos los costos superfluos posibles para abaratar el producto, o eso es lo que nos quieren contar. Acabo en Mercadona.

Un clásico del que cualquier habitante de la Comunidad valenciana está harto, pero que se ha recibido con jolgorio en el resto del país. Y, sin duda, sí, el supermercado con peor hilo musical. ¿Puede sonar La Oreja de Van Gogh, con Amaia Montero, a estas alturas? Puede. Y no sólo eso, sino que, además, después de haber sufrido Sobre tus pasos de Manolo García. Un remix del propio jingle musical -a ver si pueden evitar tararearlo mientras leen esto- sería mucho más agradable.

Y, por fin, sí, llegamos a Consum. Desconozco si este oasis musical se repite, por norma, en todos sus establecimientos. No sé si fue una epifanía psicotrópica por haber andado demasiado bajo un tiempo de perros. No sé si mi ángel de la guarda hizo que todo cambiase ante mis incrédulos ojos. Puede que fuese un sueño, pero, ¿cómo se explica que sonase Animal Collective a mi llegada? Continuó una versión más bailable de Video Games de Lana del Rey.

Y un cover de Back to black de Amy Winehouse que no conseguí saber de quién se trataba. Hinqué una rodilla en el suelo, levanté los brazos y le di las gracias a quién correspondiera. El milagro se había obrado. Ahora, que cada uno elija la opción que mejor de adapte a su bolsillo, pero en cuanto a música, el resultado está claro.

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