Beyoncé, más reina que nunca
La cantante convierte su actuación en la Super Bowl en una declaración política tras una semana en la que presenta disco y gira

Beyoncé lo volvió a hacer. La cantante demostró que el half-time show, como se conoce al concierto de apenas 12 minutos en el intermedio de la Super Bowl, le pertenece. Decenas de artistas, desde Michael Jackson hasta Bruce Springsteen, Madonna, The Rolling Stones, Stevie Wonder y Coldplay han sido invitados a actuar en el momento musical con más espectadores del año en Estados Unidos. Pero solo hay un cantante en la actualidad capaz de utilizarlo como hizo este fin de semana Beyoncé, convirtiendo el espectáculo en una declaración política.
La cantante de Texas ya cuenta en su currículum con haber marcado un antes y un después con su actuación en la final de 2013. Tres años después ha confirmado que puede hacer lo que quiera con menos de un cuarto de hora de televisión. Publicar antes de la final su primer single en dos años. Hacerlo a través de YouTube y Tindal, el proyecto impulsado por su esposo, Jay-Z. Que sea además su canción más política hasta ahora y que salga a la luz horas después de anunciar que la pareja donará 1,5 millones de dólares a la campaña de Black Lives Matter en contra de la violencia policial.
Cuando la banda Coldplay, liderada por Chris Martin, y el artista Bruno Mars ya habían agotado sus actuaciones, las cámaras del estadio regresaron al césped. Beyoncé inició su ‘Formation' —formación, en inglés—sobre la línea del touchdown. No había otro escenario ni grandes pantallas de cristal para multiplicar la escena: una cruz de 30 bailarinas con afros e indumentaria basada en los black panthers y la cantante envuelta en dos cinturones dorados en honor a Michael Jackson.

“Ladies, pongámonos en formación”. Así empezó la intérprete su actuación en Santa Clara. Y así sigue la canción: “Cualquiera de vosotras puede ser la próxima Bill Gates negra. Yo puedo ser la próxima Bill Gates negra”. “Eligió desplegar su riqueza y su capacidad para ganar más que ningún hombre de la industria, incluido su marido, durante la Super Bowl, el evento bandera de la virilidad masculina y la violencia en este país”, escribe la crítica Jenna Wortham.
El videoclip, como la letra de ‘Formation’, está plagado de guiños a la cultura negra de Estados Unidos, el vestuario de antes de la guerra de secesión, los afros, el carnaval de Nueva Orleans, un diario con Martin Luther King en portada, jerseys con capucha, el pastor en la iglesia, la tienda de pelucas… sin olvidar una referencia a su marido y una escena protagonizada por su hija, Blue Ivy. Tampoco es casualidad la fecha de publicación del single: Estados Unidos celebra ahora el Mes de la Herencia Afroamericana, el pasado viernes Trayvon Martin hubiera cumplido 21 años y Nueva Orleans comienza este martes su Mardi Gras.
La formación de Beyoncé sobre la hierba era apenas la segunda parte de la declaración política que constituye su videoclip. La obra comienza con la cantante sentada sobre un coche de la policía de Nueva Orleans a medio hundir —en recuerdo al Huracán Katrina— y termina con un niño afroamericano que desafía con su baile a una hilera de policías. Cuando el pequeño acaba su baile levantando los brazos, los agentes hacen lo mismo. Al fondo, en una pared, un grafiti lee “dejen de asesinarnos”. Es el lema de Black Lives Matter, el último movimiento por los derechos de las minorías raciales en Estados Unidos.
Cuando los espectadores, las redes sociales y los comentaristas pensaban, “Beyoncé lo ha vuelto a hacer”, la cantante todavía iba a dar un último golpe de efecto, reafirmando que es la única capaz de robarle el show a Coldplay y reinventar el simbolismo del half-time. También era suyo el primer anuncio emitido tras el concierto. 30 segundos que valen millones de dólares para anunciar que Formation es el nombre de su próxima gira mundial, que, de momento, no tiene ninguna fecha fijada en España.
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