Si no tienes silla en el ‘front row’ no eres nadie
En la alta costura el desfile de caras conocidas no es tan abundante como en el 'prêt-à-porter', pero Chanel los ha acaparado en su pasarela
Hay algo que queda tremendamente fatal en un desfile de alta costura: dejar tu abrigo en el suelo, en el respaldo de la silla o cualquier otro lugar que no sea en tu propio regazo. Siempre hay alguna mirada cercana censurando tal gesto. Sin embargo, si eres Cara Delevingne y sueltas los trastos en cualquier lado y lo que sostienes en tu regazo para ver el desfile de Chanel es un cachorro de perro lobo, entonces despiertas arrebatos de ternura y complicidad. Así de caprichoso es el juego de las sillas de front row en un desfile. Si estás en la lista A, puedes figurar como te dé la gana. Aunque en la alta costura el desfile de caras conocidas no es tan abundante como en el prêt-à-porter: aquí se prima la presencia de compradoras o, ni siquiera, ojeadores de compradoras de Rusia, China y Oriente Medio.
Pero siempre hay que sacar cierto músculo de famoseo. El que vengan pagados/as o no ya forma parte de la especulación (especulen, especulen). El momento Chanel de esta mañana, con doble pase abriendo la jornada, ha tenido entre sus protagonistas a las actrices Gwyneth Paltrow, Monica Bellucci, Mélanie Laurent (muy de charleta con su colega de profesión Gaspard Ulliel), Alice Dellal y Ana de Armas (la actriz cubana estaba sentada en segunda fila, pero justo detrás de Gwyneth, que ya es). Desde que se ha lanzado a Hollywood y ha arrancado una amistad íntima con el hijo de Clint Eastwood, la intérprete está imparable.
Las actrices también han copado las primeras filas durante el desfile de Armani. Las más icónicas, musas del cine francés como Charlotte Rampling, Juliette Binoche e Isabelle Huppert. No podía falta Anna Wintour, editora de Vogue.
El lunes, el pelotón de famosas se congregó en Christian Dior. De entre las imprescindibles it girls rusas y chinas, emergía con luz propia la veterana actriz Marisa Berenson. Genio y figura. La chica Bond Olga Kurylenko ponía la nota actual junto a Noomi Rapace. La tropa de blogoestrellas venía encabezada por Olivia Palermo. Y la de socialités, por Cressida Bonas, ex del príncipe Enrique de Inglaterra. Y, por supuesto, estaba la pandilla de Tatiana Santo Domingo, el complemento imprescindible de cualquier cita en París. El domingo, el arranque de famoseo de Atelier Versace fue un poco a medio gas. Menos mal que Donatella sentó a Rita Ora (que lucía uno de sus exiguos minivestidos de "costura atlética" sacados de la colección) junto a Alexander Wang y se garantizó la foto. Resultaba entrañable ver a Suzy Menkes acercarse tímidamente por la espalda a la cantante para pedirle que posara para su smartphone. En ese desfile, y en casi todos los demás, estaba Naty Abascal, nuestra eterna diva de la moda.
Y luego hay estampas que quedan privadas a los ojos del mundo, como Owen Wilson con pantalón de pijama y del brazo de una despampanante rubia entrando a la fiesta del perfume Posion, de Dior, que se organizó la noche del lunes. El actor se contoneaba al lado de una pandilla de negros modernísimos envueltos en plástico (literal, bolsas de plástico convertidas en tops) que bailaban tecktonik. Y no, no era un teaser de Zoolander 2, era la vida real. Bueno, una fiesta de moda, que es lo más parecido a la vida real a lo que pueda aspirar cualquier fashionista en París.
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