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MIRADOR
Columna
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‘Zugzwang’

La situación de Sánchez recuerda a esa posición ajedrecística, pues cualquier movimiento que haga es perjudicial para él

Julio Llamazares

Para los que desconocen el arte del ajedrez explicaré que se conoce como zugzwang (del alemán zug, jugada, y zwang, obligatoriedad) a una posición del juego en la que el jugador al que toca mover pieza se enfrenta a una situación penosa: ha de mover, pero con cualquier movimiento que haga pierde.

La situación de Pedro Sánchez, el líder del PSOE, recuerda desde hace tiempo a esa posición ajedrecística, pues cualquier movimiento que haga es perjudicial para él. Está obligado a intentar pactar con otros partidos, puesto que si no lo hace provocaría una repetición de las elecciones, que para él serían muy negativas según todas las encuestas, pero con cualquier partido que pacte también sufriría las consecuencias electorales a corto o a medio plazo, siempre según las mismas encuestas. Si pacta con el PP, porque firmaría su condena a muerte, pues sus votantes no lo entenderían por más que les explicara la necesidad de hacerlo. Si con Podemos y otros partidos de su izquierda, algunos de ellos independentistas pero imprescindibles para llegar a la mayoría parlamentaria suficiente, porque los que se rebelarían serían sus militantes y en especial los llamados barones, esos líderes territoriales que ya le han avisado de que hay líneas que no puede cruzar; la principal, la unidad de España.

Así que haga lo que haga Pedro Sánchez lo va a hacer mal, no porque intrínsecamente sea así, sino porque todas sus opciones chocan con un electorado que le exige que pacte con otros partidos para promover la gobernación del país pero a la vez no le deja que lo haga con ninguno. Pedro Sánchez, el pobre, a estas alturas se debe de sentir como aquel gallo del cuento infantil que, de camino a la boda de un familiar, se encontró una boñiga en la que se veían varios granos de maíz que despertaron el apetito del ave a la vez que su preocupación: “Si pico me mancho el pico y, si no, me muero de hambre”, se lamentaba mirando aquellos granos apetitosos que en su imaginación brillaban como si fueran de oro pese a estar en una boñiga.

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La situación de Pedro Sánchez, pues, no es envidiable, ni mucho menos, como tampoco lo fue la de Rubalcaba, su predecesor al frente del PSOE, castigado por la culpabilidad de una crisis que recayó en exclusiva sobre el socialismo y que aún dura a día de hoy. A mí al menos,no me gustaría estar en su piel, pues como ajedrecista aficionado sé que lo peor que te puede pasar en una partida es tener que mover pieza y no saber cuál, pues con todas las que muevas pierdes.

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