Alerta antiyihadista

La detención de seis personas en Bélgica que planeaban un atentado yihadista en Nochevieja en Bruselas confirma la validez y la necesidad de mantener un elevado nivel de alerta antiterrorista ante la posibilidad de que en cualquier momento, en cualquier localidad de Europa, se produzca una matanza semejante a las que ha habido a lo largo de 2015. La población europea debe ser consciente de que el propósito del yihadismo es que el terror se convierta en un hecho que condicione las actividades públicas, la forma de vestir o la música que se puede escuchar; en un factor que paralice y transforme el modo de vida habitual de un continente que ha tardado siglos en alcanzar un nivel de libertad individual y una convivencia democrática como nunca en su historia.

El estado de alerta, por tanto, es una medida preventiva ante una amenaza real y concreta. Es fundamental que los diferentes Estados den cuanto antes los pasos necesarios para que el combate policial contra el yihadismo sea eficaz. Es preocupante, por ejemplo, que solo ahora el Gobierno belga haya caído en la cuenta de que necesita un banco de datos de presuntos yihadistas. Que el ministro del Interior belga, Jan Jambon, diga que “lo primero que tenemos que saber es quién vive en nuestro territorio” muestra el largo camino que le queda por recorrer a un país objetivo directo de los yihadistas.

Y, en paralelo, también es urgente que la coordinación europea sea lo más efectiva posible. Las demoras en estas situaciones pueden tener trágicos e irreparables precios en vidas humanas. Y el deterioro de la seguridad da vuelo a los cantos populistas que van en detrimento de valores como la libertad individual, de expresión, creencia o de circulación. Sería una tremenda paradoja que para acabar con el terror se liquidaran los mismos principios que combate el yihadismo.