Pillar caucho
Espero que pronto no necesitemos un calendario comercial para sentirnos reconocidas y valoradas, ni como clientas, ni como ciudadanas
El calendario Pirelli 2016 nos ha sido revelado. Una lectora, entusiasmada con el mundo en femenino que dice estar viendo, me escribe para conocer mi opinión experta. Bostezo al comprobar la vigencia de enojosas preguntas que llevo años formulándome: ¿Cómo logra un calendario de chicas desnudas anunciando neumáticos descolgarse de las paredes grasientas de los talleres mecánicos para convertirse en un pseudoacontecimiento mundial? ¿Por qué millones de medios y de personas contribuyen desinteresadamente a promocionar una marca hablando del (maldito) calendario, convirtiéndolo así en un auténtico éxito de marketing?
Algunas de las ediciones anteriores fueron creativas, bellas, divertidas y sexys; en otras, los desnudos eran vulgares, o tan fríos y depurados que las modelos parecían un accesorio tecnológico. Este año el concepto es diferente, dice mi lectora. Annie Leibovitz fotografía profesionales: artistas, actrices, embajadoras de buena voluntad de la ONU, filántropas, directoras de cine, atletas, músicas, financieras y humoristas. La mayoría van vestidas. Mmm. ¿En serio? La fiera se despereza.
Admiro a las sheroes del siglo XXI. Entre otras, Patti Smith, Shirin Neshat, Serena Williams o Amy Schumer, antes divinamente desnuda que sencilla. Mujeres interesantes, de diferentes edades y etnias, arropadas por sus logros e influencia, representadas de forma autoconsciente, mostrando siempre la tramoya del estudio fotográfico. Auténtico smart is sexy. Jennifer Zimmerman, la directora de estrategia publicitaria, acierta y consigue su objetivo: convertir un calendario —del que todo el mundo habla y que nadie usa— en expresión del empoderamiento de las mujeres posrevolución sexual. Sorprende actualizándose y obtiene, de nuevo, nuestra atención. Procuro no ilusionarme demasiado con la utilización del feminismo como recurso de marketing: no es lo mismo comercio que política. No obstante, celebro ver representaciones de mujeres, desnudas o vestidas, como personas con fuerza y capacidad de acción, y no como mero espectáculo a contemplar. Aunque solo sea porque nos estamos ganando a pulso mayor peso social y porque, al menos este año, nuestro poder adquisitivo importa. La marca no quiere que entremos en un garaje con nuestro descapotable (su mercado es el lujo) y nos ahuyente un calendario de desnudos glamurizado. Bien. Espero impaciente el concepto del 2017. También espero que pronto no necesitemos un calendario comercial para sentirnos reconocidas y valoradas, ni como clientas, ni como ciudadanas. Entretanto, quizá surjan las chicas Michelin o los hombres sin Fórmula y nos den alegrías todavía más fieras.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.