Símbolo de empuje
Pude extraer un momento de gran empuje para enfrentarme al momento actual, embarazada de casi cinco meses y desempleada desde hace dos semanas
Carta de la semana: Símbolo de empuje
Leí con gran interés en El País Semanal Mujeres cada entrevista con perfiles que contribuyen a un mundo más igualitario. De las protagonistas pude extraer un gran empuje para enfrentarme al momento actual que vivo, embarazada de casi cinco meses y desempleada desde hace dos semanas. Al comunicarme el despido, mi director me aconsejó que me dedicara a este momento “único”. Queda mucho por hacer en igualdad y conciliación.
Nuria Jiménez Orrios. Correo electrónico
Los antihéroes
Leyendo el reportaje Los antihéroes de la nueva arquitectura me ha venido a la cabeza el escritor y artista inglés William Morris. Morris apostaba por restaurar y dignificar el espíritu del trabajo artesanal, al igual que quería aplicar en la arquitectura la plena armonía con la sociedad.
Una vez terminada la lectura, la ilusión se marchó por donde vino. ¿Qué fue de los ideales de Morris? ¿Dónde acabará el ímpetu social de estos dos noruegos? Empiezo a cansarme –y me apoyo en el título de un poema del inglés– de ser un peregrino de la esperanza. Solo espero que la realidad me desdiga.
Francisco García Castro. Estepona (Málaga)
Imperativo dominical
Escribo para expresar mi gran devoción por los suplementos Ideas y El País Semanal. No compro el periódico todos los días, pero los domingos me resulta casi imperativo. Ambos suplementos se han convertido en mi escaparate al mundo (o parte de este). Ojalá incluyeran más textos de opinión que defendieran las ideas independentistas de Cataluña o la responsabilidad de Occidente en la situación actual con el EI, por ejemplo, solo por curiosidad.
Elizabeth Sánchez Reyes. Ciudad de México
Laberintos, trampas y arcanos
Tiene razón Javier Marías cuando comenta (El País Semanal, 29-11-2015) los laberintos, trampas y arcanos durante su experiencia en hoteles de Colonia, Berlín y Turín y las dificultades para ducharse. Me ha recordado una estancia en Barcelona en un modernísimo hotel donde solicité habitación en piso alto para contemplar la ciudad y el puerto. Pero incapaz de subir la persiana del ventanal porque ni había manivela o correa, llamé a recepción y me dijeron, creo recordar, que en el mismo teléfono había un botón al que bastaba hacer un clic. Peor fue la incapacidad para ducharme. Tuvieron que enviarme un técnico para hacer salir el agua.
Gerardo Benito Calleja. Pozuelo de Alarcón (Madrid)
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