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Revista Sábado
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Soy Madonna

Muchas veces cuando me despierto por las mañanas, tengo que recordarme mentalmente que yo, en realidad, soy: Louise Veronica Ciccone; que no soy Madonna

Madonna en un concierto de Las Vegas.
Madonna en un concierto de Las Vegas. cordon press

Muchas veces cuando me despierto por las mañanas, tengo que recordarme mentalmente que yo, en realidad, soy: Louise Veronica Ciccone; que no soy Madonna; que Madonna es solo mi nombre artístico. Pero aunque me lo digo y me lo repito como un mantra, en el fondo, sé que esto no es del todo verdad; porque Madonna, la MADONNA con mayúsculas, la diva, la estrella, la reina del pop, ha terminado por comerse a la otra (a la chica italiana). Se la ha tragado entera. Como se ha tragado tantas y tantas cosas: matrimonios, amigos, amantes, familia… Es insaciable. Y ya es tarde para dar marcha atrás, para decirle: “!Ey¡ ¡Madonna! ¡Es hora de que te vayas! ¡La fiesta terminó! ¡Quiero volver a ser la que algún día fui! ¡Alguien normal”. Si se me ocurriera decirle eso, se reiría en mi cara, lo sé, y me espetaría: “A buenas horas mangas verdes. Además, ¿lo deseas de verdad? No me hagas reír. ¿Quieres que me esfume? ¿En serio? Si lo hiciera, ¿sabes lo que ocurriría? Que no tardarías ni un minuto en suplicarme de rodillas que volviera”. Y joder, lo malo es que tiene razón; más razón que un santo. Ya no puedo vivir sin ella. Y aunque me esclavice y me someta… se lo debo todo. Ni de coña (y perdón por el lenguaje) hubiera llegado tan lejos si no llega a ser por ella. Y ahí seguimos, porque no para; sigue con ese brillo en la mirada intacto, como el primer día. Cuando la miro de frente sus ojos refulgen y me atraen y también me dan un poco de miedo. ¿Qué es lo que esconden? Pero me dejo llevar, claro, porque siempre tiene un plan… y si me ve dudar o desfallecer… o sonreír satisfecha… me señala con el dedo y me grita: ¡A REINVENTARSE!

¡Cómo la quiero! ¡Cómo la odio!

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