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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa se queda atrás

La economía de la UE muestra signos de un estancamiento que puede durar

Durante el tercer trimestre el crecimiento europeo ha sufrido una ralentización, poco acusada, pero significativa. El PIB de la UE creció el 0,3% respecto al trimestre anterior, una décima menos que en el segundo. Si se enfoca la mirada sobre la eurozona, el crecimiento mejora ligeramente (1,6% en el tercer trimestre sobre el mismo periodo del año previo, una décima más que en el segundo). Pero Fráncfort y Bruselas saben muy bien que esta tasa no resuelve los problemas de riqueza y empleo de la zona. Lo más probable es que el Banco Central Europeo (BCE) mantenga intacto el cuadro de estímulos monetarios, porque, además, los precios siguen mostrando una debilidad persistente.

Un diagnóstico al uso consistiría en recordar que la situación global ha empeorado, que China está atravesando por dificultades, que el comercio mundial se contrae y que los países emergentes afrontan serios ajustes. Pero nada de esto aclara la situación de fondo de la economía europea. Antes de la contracción china el crecimiento continental ya mostraba niveles bajos, equivalentes en la práctica a un mal disimulado estancamiento; antes de la caída de los emergentes la eurozona presentaba una recuperación muy débil.

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No son solo los factores externos los que impiden el despegue europeo. La falta de expectativas de las economías tiene que ver con políticas de austeridad que han tenido un efecto disuasorio potente sobre la inversión y el consumo. Una austeridad total en la eurozona tiene como consecuencia fundamental que ningún país está en condiciones de impulsar el crecimiento conjunto. Hay un vector financiero en cualquier economía que debe ser cuidado con esmero; la prueba de que la zona euro lo ha descuidado es que la cotización del dólar se ha disparado más allá de las prudentes estimaciones de depreciación estimadas para aumentar las exportaciones. El área del dólar está ganando las partidas de la atracción de inversiones, del crecimiento y de los beneficios empresariales. La Europa de la austeridad resulta poco atractiva.

Si las autoridades miraran un poco más allá del próximo trimestre caerían en la cuenta de que la economía de la eurozona ya no se puede sostener solo con política monetaria. El BCE tiene que seguir comprando activos y asegurando unos bajos tipos de interés; pero, a pesar de eso, a Europa le esperan nuevos frenazos —y una ampliación notable de la brecha de crecimiento con Estados Unidos— si no hace algo más. Ese algo más es organizar algún tipo incipiente de unión fiscal (si incluye políticas de estímulo de la demanda de inversión y de empleo, mejor). Quienes deciden sobre el destino del capital aceptan mejor hoy paquetes de activos combinados que activos procedentes de un solo país. La economía europea no puede seguir caminando con una sola pierna.

En cuanto a la economía española, exhibe la mayor tasa de crecimiento de la UE (junto con Rumania, Eslovaquia y Polonia), pero el consuelo es parcial; lo que cuenta es la distancia respecto a la situación precrisis. Mientras otras economías han recuperado ya los niveles de prosperidad de 2007, España todavía está a mitad de camino.

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