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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La última batalla los beduinos

PorNuria Pérez Cusó desde Jerusalem.

Poblado Beduino Jabal Al Baba y asentamiento Israelí Ma’ale Adumim en Cisjordania. Foto:Eddie Scherler

Las comunidades beduinas de Cisjordania, tradicionalmente nómadas, viven habitualmente en situación de pobreza extrema y se enfrentan ante una clara situación de desigualdad en comparación con los asentamientos israelíes de la zona; asentamientos ilegales de acuerdo con el derecho internacional humanitario. Además se enfrentan al inminente riesgo a ser desplazados forzosamente de sus tierras.

Un caso representativo es la comunidad de Jabal al Baba (“la montaña del Papa”). Sus habitantes, así como la mayoría de los beduinos palestinos que viven en la periferia este de Jerusalén son originarios del desierto del Néguev y tras la Guerra de 1948 se vieron obligados a abandonar sus tierras y buscaron refugio en áreas dispersas de Cisjordania. Tradicionalmente, hasta las fronteras creadas con el establecimiento del estado de Israel, los beduinos han llevado una vida nómade o semi nómade. Actualmente, estos poblados se encuentran asentados en la llamada zona C de Cisjordania, área Palestina que los acuerdos de Oslo en 1993 dejaron bajo control militar y administrativo israelí.

Los beduinos, organizados en comunidades tribales basadas en lazos consanguíneos, siguen luchando por mantener su estilo diferente de vida diferente al modelo occidental. Estas comunidades dedicadas al pastoreo, generalmente localizadas en espacios abiertos, se caracterizan por su estrecho vínculo con la tierra. De hecho, su modelo económico requiere espacio suficiente para criar y pastorear su ganado. Éste está principalmente compuesto por ovejas y cabras del que obtienen productos lácteos que venden a comunidades vecinas.

La mayoría de estos poblados beduinos no cuentan con ningún tipo de infraestructura básica, no tienen conexión a la red eléctrica ni cuentan con acceso a suministros de agua o sistemas de alcantarillado. En una visita a la comunidad de Jabal al Baba, cuyo representante Atalah Mazarah nos recibió con la conocida hospitalidad beduina, pudimos comprobar que su acceso a electricidad y agua depende exclusivamente y de manera informal del pueblo vecino palestino Al-Ezariya. A estas deficientes condiciones de vida se suman las continuas amenazas israelíes de demolición de sus casas, los riesgos de desalojos forzosos, la negación de permisos de construcción, así como las limitaciones de movimiento que impiden el desplazamiento de su ganado. Sin embargo, a pesar de sus duras condiciones de vida, estas comunidades beduinas luchan por mantener su estilo de vida tradicional y permanecer en las tierras que habitan, como así nos aseguró Atalah Mazarah.

En la actualidad, dada la localización estratégica de poblados como Jabal al Baba, numerosos beduinos se encuentran ante la inminente amenaza por parte de la autoridad israelí de ser trasladados y concentrados forzosamente en zonas urbanas, poniendo en riesgo la continuación de su modelo de vida tradicional. Efectivamente, Israel planea la expulsión de este poblado, junto con otras comunidades Beduinas de la zona, para extender el asentamiento israelí Ma’ale Adumim. Esta acción es parte de un mayor proyecto, conocido como “E1 Plan”, que desplazaría alrededor de 12.O00 beduinos con el objetivo de conectar el asentamiento de Ma’ale Adumim y otros asentamientos israelíes con la ciudad de Jerusalén, localizada al otro lado del muro de separación, construido por el mismo estado de Israel y declarado ilegal por la corte internacional de justicia.

Una vez más, estas comunidades sufrirían la confiscación por parte de Israel de sus tierras. La aplicación efectiva de estos planes implica una nueva ola de desplazamiento palestino con el único objetivo de expandir los asentamientos israelíes en Cisjordania. Estos traslados forzosos constituyen una clara violación del derecho humanitario el cual obliga al estado ocupante a proteger a la población civil de los territorios ocupados. Particularmente, el articulo 49 de la IV Convención de Ginebra prohíbe al estado ocupante, en este caso Israel, trasladar forzosamente a la población del territorio ocupado.

Israel justifica el traslado de dichas comunidades como una mejora en las condiciones de vida de los beduinos puesto que las nuevas localizaciones contarían con infraestructura adecuada. Sin embargo, si esta fuese la única razón, ¿por qué la autoridad Israelí no facilita el desarrollo de la infraestructura necesaria en los lugares donde estas comunidades están actualmente ubicadas?

En definitiva, además de constituir diversas violaciones del derecho internacional, estos traslados también supondrán la limitación o eliminación del estilo de vida tradicional beduino. De hecho, estas zonas de reubicación planificadas por Israel se caracterizan por ser espacios pequeños, localizados en zonas urbanas o semi urbanas donde el desarrollo de su vida de pastoreo sería difícil o imposible de continuar. Probablemente, en muchos caso se verán obligadas a vender su ganado. Asimismo, el desplazamiento de estas comunidades a tierras de propiedad privada palestinas con seguridad causarán división y discrepancias entre los beduinos y los dueños de las tierras.

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