Ayudémosles, ya
¿Dónde está la solidaridad de los pueblos? Sabemos que las no democracias no valoran la vida y las religiones tampoco. No ayudar a los refugiados ni darles comida es un acto de inhumanidad incalificable. Luego vemos lo demás, pero ahora toca que los niños tengan comida, ropa seca y que puedan descansar en paz, junto a sus padres. Es una vergüenza ver cada día columnas de refugiados por las fronteras de países, apilados como escombros ante vallas y concertinas puestas deprisa y corriendo por el Gobierno de turno.
La UE no está cumpliendo con sus normas de convivencia y debe sancionar a los países que incumplen con sus deberes de solidaridad con los refugiados. El gobierno de la Unión debe actuar con urgencia y aplicar medidas para evitar el sufrimiento y la humillación de las personas que huyen de las guerras y de los fundamentalismos religiosos.— Victorio Martínez Armero.
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