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SEMANA DE LA MODA DE São Paulo

Moda brasileña, algo más que biquinis

La São Paulo Fashion Week cumple 20 años volviendo a las raíces de la confección artesanal

Modelos lucen las creaciones de la firma Reinaldo Lourenço durante un desfile de la Semana de la Moda de Sao Paulo.
Modelos lucen las creaciones de la firma Reinaldo Lourenço durante un desfile de la Semana de la Moda de Sao Paulo.Sebastião Moreira (EFE)

Quien piense que la moda brasileña se limita a biquinis y ropa de playa, se ha quedado parado en el tiempo. Exactamente en 1995, cuando Brasil carecía de una semana de la moda que organizara el calendario nacional de lanzamientos y no había ninguna plataforma para apoyar y divulgar a los estilistas más con más talento del país. El panorama cambió con la creación de la São Paulo Fashion Week (SPFW), actualmente la mayor semana de moda de América Latina, que presenta tendencias propias, menos pendientes de Europa, y cuenta con profesionales a lo largo de toda la cadena de producción, incluido un equipo de modelos que –a pesar del adiós de Gisele Bündchen el año pasado– es uno de los mejores del mundo.

Una modelo luce una creación de la firma Samuel Cirnansck.
Una modelo luce una creación de la firma Samuel Cirnansck.SEBASTIÃO MOREIRA (EFE)

Con esas conquistas, el evento celebra 20 años de existencia y realiza su edición número 40, que cierra este viernes, con desfiles que presentan las colecciones de invierno 2016 de 29 marcas nacionales. En las pasarelas –que hoy cuentan con mayor presencia de modelos negras, además del estereotipo de rubias de ojos azules–, no faltan propuestas. Del biquini brasileño, depurado gracias a la omnipresente cultura de playa (tambén en invierno, porque Brasil tiene 10.000 kilómetros de costa) a los vestidos de fiesta, los creadores insisten en buscar una fórmula propia que sea atractiva también a nivel mundial.

“La moda brasileña siempre ha buscado su identidad para ser reconocida dentro y fuera del país, pero creo que esa discusión es interminable. Lo que tenemos, claramente, son contribuciones brasileñas a una moda que hoy es global. Para mí, la principal de ellas es el casualwear, representado por nuestros jeans, que es uno de los mejores del mundo”, opina la consultora de moda Gloria Kalil, responsable de la primera web de moda de Brasil, Chic.

A la ropa vaquera, la esencial de colecciones como las de Ellus y de Colcci, la especialista añade una novedad en el panorama: el aspecto artesanal de la ropa, que si hace 20 años era visto como seña de identidad folclórica, parece que vivirá un rescate para el próximo invierno. Un ejemplo es la colección de Ronaldo Fraga, un conocido estilista que tiene el hábito de trabajar con artesanos y defiende una producción 100% nacional.

Desfile de Alexandre Herchcovitch.
Desfile de Alexandre Herchcovitch.Fernanda Calfat (Getty Images)

Ni tan artesanal, ni excesivamente comercial. Es lo que –en Brasil y en el resto del mundo– quiere la mayoría del público. Según la periodista Maria Prata, del canal Globonews, una señal de madurez de la moda brasileña es el mayor diálogo que existe hoy entre las pasarelas y el mercado. “Las marcas que consiguen un equilibrio entre el lado autoral y el comercial son las que están funcionando mejor en el mercado”, dice la editora. Para ella, estilistas revelados por la SPFW, como Alexandre Herchcovitch, Oskar Metsavaht y Reinaldo Lourenço, son exponentes de la moda brasileña que transitan perfectamente entre la cara y la cruz. “Alexandre, que es uno de los brasileños conocidos también en el exterior, tiene un universo personal riquísimo y sus colecciones reflejan de manera muy fiel esa identidad”, afirma sobre el estilista que abrió esta edición del evento con una colección rigurosa, que pasea con fluidez por el punk y el pop.

Modelos lucen una creación de la firma Ronaldo Fraga.
Modelos lucen una creación de la firma Ronaldo Fraga.SEBASTIAO MOREIRA (EFE)

Los efectos de la crisis económica que atraviesa Brasil se han dejado sentir en los pasillos de la semana de moda paulistana. El evento ha adoptado un formato más pequeño, más concentrado, y en los pasillos se habla del fin de los creadores de productos de gama media (desaparecidos entre la alta costura y la moda de consumo rápido) y hasta de la escasez de materias primas en el mercado brasileño. “En 1990, el presidente Fernando Collor de Mello abrió los puertos de Brasil a las importaciones de tejidos, que hasta entonces estaban prohibidas. Eso, sin previo anuncio y sin planificación alguna. Muchas empresas quebraron, y el sector textil nacional no se ha recuperado desde entonces. Los tejidos pasaron a ser importados y, hoy, con el dólar a cuatro reales, las cosas han empeorado ”, explica Gloria Kalil. Complicado buscar una identidad propia, opina la especialista, cuando el propio Brasil no valora su industria.

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