Difícil
Resulta poco creíble que no hubiera otra fecha posible para convocar a Artur Mas que el aniversario del fusilamiento de Lluís Companys
Es muy difícil creer que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña no esperara manifestaciones de apoyo a los imputados por el 9 de noviembre. Es muy difícil creer que esos manifestantes supongan una agresión a su independencia. Es muy difícil creer que en esta semana, en este mes, en este año, no hubiera otra fecha posible para convocar a Artur Mas que el aniversario del fusilamiento de Lluís Companys. Es muy difícil creer que una institución que desampara sistemáticamente a las víctimas del franquismo haya pasado por alto la provocación que conlleva destacar de esta manera su memoria. Es muy difícil creer que el respeto a la legalidad implique celebrar esta comparecencia en las condiciones en las que se ha producido. Es muy difícil creer que el Consejo General del Poder Judicial no haya calculado las consecuencias políticas de un proceso que extiende una alfombra roja para quienes identifican desobediencia con soberanismo. Es muy difícil creer que el PP se erija en el máximo defensor de la independencia de los jueces. Es muy difícil creer que Manos Limpias, conocido como pseudosindicato porque cobra subvenciones del Estado por una labor sindical que no se le conoce ni se le ha conocido jamás, siga marcando la agenda de este país. Es muy difícil creer que partidos democráticos avalen las causas que emprende Manos Limpias sin cuestionar su naturaleza antidemocrática y ultraderechista, ni sentirse contaminados por ella. Es muy difícil leer el periódico, enfrentarse a las noticias, entenderlas, asumir el perpetuo desastre cotidiano que, entre la ineptitud y la chapuza, marca el paso del calendario por nuestras vidas. Es muy difícil vivir en España. Pero más difícil todavía, para mí, es ser española.
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