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El feminismo está de moda

Meryl Streep en un evento reciente en Nueva York. CORDON PRESS
Meryl Streep en un evento reciente en Nueva York. CORDON PRESS

¿Recuerdan que hace poco a una niña de un instituto de Ohio, en la fotografía de grupo del curso, le borraron de la camiseta la palabra “Feminist” por considerarla poco adecuada? Pues la contrapartida es que, de un tiempo a esta parte, un ejército de famosas parece haberse puesto de acuerdo en sacarle el polvo al feminismo y devolverlo a la más rabiosa actualidad, no por capricho sino porque sigue siendo muy necesario, viviendo como vivimos en lo que podríamos llamar el espejismo de la igualdad, en muchos aspectos tan engañoso como la visión imaginaria de un oasis en pleno desierto cuando aprieta la sed.

Así, en la estela de una serie de recientes reclamaciones de paridad muy mediáticas ytodas ellas con voz de mujer, con motivo del último día de la mujer a un grupo de artistas encabezado por Meryl Streep, Beyoncé y Lady Gaga les dio por escribirle una carta a la canciller Merkel pidiéndole un mayor compromiso para con la igualdad de los sexos. La misma Meryl Streep, a raíz de la película Sufragistas en la que es una de las protagonistas, hasta le ha pedido al Papa que se involucre en esta lucha. Su reclamación recogía el testigo de otras semejantes, como cuando en mitad de la gala de los últimos Oscar Patricia Arquette no dudó en exigir salarios iguales para hombres y mujeres en el mundo del cine, siendo jaleada de lo lindo por Streep, allí presente, que lleva ya años remando en esta dirección.

Por su parte a la elegante Cate Blanchetla última edición del Festival de Cannes le sirvió de plataformapara decir que no podía ser que a estas alturas se hablara en dicha sede de “el año de las mujeres” cuando jamás se habla de “el año de los hombres”. A esto se le llama saber aprovechar bien el micrófono y la ocasión, chicas, ¡bien por vosotras! Por cierto, ¿sabían que en Cannes se prohíbe a las mujeres pisar la alfombra roja “sin” zapatos de tacón? Y como no podía ser de otro modo, la combativa Susan Sarandon se sumó también a la campaña (una campaña no organizada, espontánea, pero campaña al cabo), afirmando que estaba deseando ver la cara de una mujer en un billete de 20 dólares. Yasaben quela iniciativa corrió como la pólvora en las redes sociales.

Al igual que también tuvo una gran difusión mediática a comienzos de 2014 el mensaje alto y claro de la joven actriz Emma Watson, mundialmente conocida por su papel en la serie “Harry Potter”, que aprovechó su primera aparición como embajadora de buena voluntad de la ONU Mujeres en Nueva York para presentar la campaña “HeForShe”, destinada precisamente a erradicar la desigualdad de género.

Sucede que ellas y muchas otras –atractivas, célebres, inteligentes y lúcidas- se han cansado de callar y han decidido que las cosas no pueden seguir como están y que la discriminación de género no puede seguir reinando en todos y cada uno de los sectores profesionales tal como lo hace. Salma Hayek ha sido la última en poner su granito de arena denunciando la discriminación hacia las mujeres que existe en la meca de Hollywood: “Vuelve a hacer telenovelas. Nunca vas a conseguir trabajo aquí”, recuerda que le dijeron en sus comienzos. Mientras a su colega Kristen Stewart no le tembló el pulso cuando, en su carrera ascendente, admitió que Hollywood era “asquerosamente sexista”.

Viene esto a colación de la reciente publicación del imprescindible Todos deberíamos ser feministas (Literatura Random House), de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie (1977), que reproduce la conferencia que esta pronunció en 2012 en el TEDxEuston y que en su día causó furor, y no sin razón. Un librito de apenas cincuenta páginas que deberíamos regalar a todos los amigos y amigas que queramos bien. Y es que se da la circunstancia de que esa charla fue una de las primeras piedras lanzadas en esta batalla por la concienciación feminista. Es más, sirvió de pistoletazo de salida para la que ya se está bautizando como la cuarta ola del feminismo, siendo la tercera la que arrancó en los años 90.

Ya pueden empezar algunos a rasgarse las vestiduras, pero ya no se sostiene la falsa apariencia de que mujeres y hombres somos iguales en derechos y obligaciones, porque sencillamente no es cierto. Concienciación feminista a la que por el camino se han ido sumando un montón de mujeres destacadas en sus respectivos campos, mujeres cansadas de hipocresías que se debaten en esta sociedad de la transparencia, tal como la llama Byung-Chul Han refiriéndose a este infierno de lo igual, de los iguales, donde la negatividad está proscrita. Mujeres dispuestas a combatir con las armas del prestigio una realidad cuyo mayor defecto con respecto a las mujeres y a los hombres es “que prescribe cómo tenemos que ser, en vez de reconocer cómo somos”, tal como escribe Chimamanda. Ahora ya pueden caer chuzos de punta en forma de discriminación, sexismo, machismo y todos los ismos que se quieran, que serán combatidos cuerpo a cuerpo desde los cinco continentes, sin tregua. El siglo XXI le está echando un pulso al espejismo de la igualdad. ¿Y cómo no va a salir airoso un ejército de soldados tan bien pertrechados como Emma Watson, Patricia Arquette, Cate Blanchet, Meryl Streep, Kristen Stewart o Salma Hayek?

Queramos o no estamos ante una cuarta ola feminista que ante todo aboga por una lucha compartida, porque todos y todas somos víctimas de la desigualdad. “La masculinidad es una jaula muy pequeña y dura en la que metemos a los niños”, dice Chimamanda. No en vano Emma Watson, en su emotivo discurso, instó a que el cambio fuera una tarea común: “Hombres, me gustaría aprovechar esta oportunidad para hacerles llegar una invitación formal. La igualdad de género también es su problema”. Lo dicho, el feminismo vuelve a estar de moda y ya no es sólo cosa de ellas, aunque como de costumbre sean ellas las que tiran del carro.

Mª Ángeles Cabré, escritora y crítica literaria, es autora de Leer y escribir en femenino (Editorial Aresta, 2013) y A contracorriente. Escritoras a la intemperie del s. XX(Elba, 2015). Dirige el Observatorio Cultural de Género (OCG).

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