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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Legítima defensa en Siria

Hollande tiene razón en su ofensiva contra el Estado Islámico, pero Occidente debe contar con Rusia

Cazabombarderos franceses Rafale se dirigen a Siria.
Cazabombarderos franceses Rafale se dirigen a Siria.AP

La decisión, adoptada por François Hollande, de atacar posiciones del Estado Islámico (EI) en Siria argumentando el principio de legítima defensa supone un paso trascendental desde un punto de vista práctico, moral y hasta legal en la lucha contra la organización que representa hoy por hoy la mayor amenaza contra la estabilidad de Oriente Próximo y de Europa.

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Cabría preguntarse, con toda razón, por qué este principio no ha sido invocado hasta ahora —en el momento en que millones de personas que huyen de la guerra sufren una gravísima crisis humanitaria en Europa— y no antes, cuando el EI perpetró sangrientos atentados en suelo europeo, por no mencionar las atrocidades que comete a diario en el territorio que controla. Y también hay que plantearse si es Francia el único país de Europa que se siente amenazado.

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No es de extrañar que la decisión francesa haya recibido fuertes críticas de Rusia, uno de los actores que puede resultar decisivo en la lucha contra el EI. Los aviones franceses representan una escalada que puede perturbar el gran juego estratégico de Vladímir Putin, hasta ahora —junto con Irán— el único valedor que le queda al dictador sirio Bachar el Asad.

Pero en el combate contra el Estado Islámico conviene no perder de vista el objetivo final, la derrota de la barbarie organizada. En esta perspectiva tienen todo su sentido los contactos diplomáticos entre Washington y Moscú —materializado en el encuentro de anoche entre los presidentes Obama y Putin en Nueva York—. Rusia tiene una llave no solo política sino también militar para contribuir a que se neutralice una organización que está poniendo en jaque varios escenarios de Oriente Próximo, alterando países ya de por sí frágiles y tratando de dañar modelos de convivencia democráticos. Por eso mismo Francia tiene razón al invocar la legítima defensa.

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